Cuauhtémoc y los diputados “semipresenciales”
Cuando los escándalos políticos manchan la vida pública, Cuauhtémoc Blanco es candidato permanente a ser protagonista. El que fuera futbolista profesional y después alcalde de Cuernavaca y gobernador de Morelos, había dejado en puntos suspensivos sus escándalos nacionales después de librar un juicio político, tras ser acusado de intento de violación por su media hermana. Pero lo defendieron las diputadas de Morena.
Y Cuauhtémoc reapareció, pero no para hacer una propuesta legislativa o presentar un proyecto de reforma, sino para evidenciar las incongruencias y la necesidad de que se recorten diputados que sobran en la Cámara Baja: se hizo pública una sesión “semipresencial”, es decir que se conectaron a distancia, y en ésta el diputado se conectó desde su teléfono celular mientras era evidente que estaba en una cancha, jugando. Pidió entre respiraciones cortadas que le pusieran asistencia, mientras le pedían el sentido de su voto, pero ni siquiera se dio cuenta.
El señor diputado, con ese nivel de desprecio y negligencia, participó así en una sesión de la Comisión de Presupuesto, nada menos que la misma que define el Presupuesto de Egresos de la Federación para el año 2026.
Si hubiera un poco de coherencia, Cuauhtémoc Blanco, debería haber solicitado licencia mientras se dedica a sus actividades deportivas, o bien a haber faltado definitivamente a la sesión de la comisión para que le descontaran el día.
Los diputados federales nos cuestan 80,000 pesos mensuales con impuestos descontados, aparte de todas las prestaciones económicas que tienen asignadas en el Congreso. ¿Cómo se puede justificar que encima de todas las necesidades que están presentes en la vida nacional, los diputados se permitan ausentarse de su trabajo, de sus obligaciones legales y conectarse mediante una computadora o un teléfono a sesiones trascendentales para realizar una reforma o aprobar un presupuesto?
El tema alcanzó incluso a la presidenta Claudia Sheinbaum, pero pidió que este asunto lo juzgue y lo resuelva la propia Cámara de Diputados con sus facultades y su marco legal.
Queda claro que a Cuauhtémoc Blanco, y un enorme grupo de personajes de Morena y otros partidos, no les va a pasar nada ni perderán sus canonjías y beneficios.
Pero este episodio nos permite confirmar una vez más que las propuestas para reducir drásticamente el número de integrantes en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República están totalmente justificadas, no los necesitamos y sobre todo, no queremos a ningún otro Cuauhtémoc Blanco, ni personaje que se le parezca.
