Más de 50 mil personas firman para sacar a Bad Bunny del show de medio tiempo del Super Bowl 2026

El anuncio de que Bad Bunny encabezará el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl LX en 2026 no solo ha generado expectativas, sino también un intenso debate en Estados Unidos. Lo que debía ser una celebración musical se ha convertido en un tema político y cultural tras el surgimiento de una campaña en línea que busca reemplazarlo con el cantante de country George Strait.
La petición fue publicada el 1 de octubre en Change.org y ya acumula más de 50 mil firmas. Según el texto, Bad Bunny “no representa los valores familiares ni la cultura estadounidense”, mientras que George Strait sí encarna “la identidad musical del país”. Sus impulsores aseguran que el show “debe unir a la nación, no dividirla”.
Miles de fanáticos del artista puertorriqueño han salido en su defensa, destacando que su participación refleja la presencia y el orgullo latino en la cultura global. Para ellos, el intérprete de Tití Me Preguntó no solo es uno de los músicos más escuchados del planeta, sino también una figura que rompe fronteras lingüísticas y redefine la música urbana.
Desde su debut, Benito Martínez Ocasio ha transformado la industria con su fusión de ritmos urbanos, letras sociales y estilo irreverente. Ha sido el artista más reproducido en Spotify durante cuatro años consecutivos y ha llenado estadios en América, Europa y Estados Unidos.
La controversia también ha tomado un tono político. Sectores conservadores acusan a la NFL de promover una “diversidad forzada”, mientras que líderes latinos celebran la decisión como un avance hacia una representación más amplia en la cultura estadounidense.
Una de las declaraciones más criticadas fue la de la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, quien escribió en redes sociales que “desplegaría agentes de inmigración en el Super Bowl”, comentario que generó rechazo entre activistas y defensores de derechos civiles.
Ni la NFL ni Roc Nation, empresa a cargo del espectáculo, han respondido públicamente a la controversia. Sin embargo, fuentes cercanas confirman que el show de Bad Bunny sigue en pie y forma parte de una estrategia para conectar con nuevas generaciones y con el público hispano.
Más que una simple disputa musical, el debate revela las tensiones culturales de Estados Unidos: entre quienes defienden la tradición y quienes celebran la diversidad que hoy define al país.