Una política fiscal con rumbo y con rostro humano

En el Congreso de la Unión, no todos los votos pesan igual. Hay decisiones que marcan el rumbo de un país, y la aprobación del paquete de reformas en materia de ingresos para 2026 fue una de ellas. Voté a favor de la propuesta que nos envió la presidenta Claudia Sheimbaum, porque estoy convencido de que México necesita una política fiscal con rumbo, con responsabilidad y, sobre todo, con rostro humano.

Mientras la oposición intenta sembrar miedo con discursos de endeudamiento o crisis, la realidad es clara: el país proyecta ingresos por 10.19 billones de pesos, casi 900 mil millones más que el año anterior, sin crear nuevos impuestos ni aumentar el IVA o el ISR. Esa es la diferencia entre gobernar con visión y simplemente criticar desde la comodidad de la oposición.

Estas reformas no nacen del capricho, sino de fundamentos sólidos: estabilidad cambiaria, control inflacionario y un manejo prudente del endeudamiento público. En 2026, el déficit se reducirá al 4.1% del PIB, muy por debajo del 5.7% de 2024. Eso no es endeudamiento irresponsable, es disciplina fiscal.

Además, el paquete fortalece el combate a los fraudes fiscales y al comercio ilegal de hidrocarburos, prácticas que tanto daño le han hecho al país –como ya lo he dicho, la lucha contra la corrupcion va en serio–. Por cada empresa fantasma que se elimina, se recuperan recursos que se traducen en escuelas, hospitales, becas y caminos. No se trata solo de números, sino de justicia fiscal.
Pero esta reforma también tiene corazón. Por primera vez, se establece tasa cero para productos de higiene menstrual, una medida que atiende una demanda histórica de las mujeres mexicanas y que avanza hacia la equidad real. Igualmente, se desincentiva el consumo de bebidas azucaradas y tabaco, apostando por la salud pública y no por la recaudación fácil.

El paquete de ingresos también simplifica obligaciones fiscales para las pequeñas empresas, promueve la repatriación de capitales y fortalece las participaciones federales hacia estados y municipios. Es decir, más recursos donde realmente se necesitan.
En política, hay decisiones que se toman mirando los titulares del día siguiente, y otras pensando en el país que queremos dejar a nuestros hijos. Esta fue una de esas segundas. Con responsabilidad y visión, votamos por un México que avanza con estabilidad, equidad y certidumbre.

Hoy reafirmo mi voto con orgullo y el de toda la bancada del movimiento transformador, porque aprobar este paquete no fue un acto partidista, sino patriótico. Apostamos por un Estado fuerte, justo y moderno. Y en tiempos de confusión, eso también es un acto de valentía.
¡Por el bien de todos, por el futuro de México!