¿Alguna vez te has preguntado qué tan buen vecino o vecina eres para quienes viven alrededor de ti? Si nunca te has detenido a pensarlo, tal vez este sea un buen momento para hacerlo.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (Ensu), durante el segundo trimestre del 2025, 35.4% de la población entrevistada de más de 18 años mencionó haber tenido algún tipo de enfrentamiento directo con otra persona. De ellos, 75% mencionó que fue con vecinos.
Una cifra preocupante que refleja un cambio en nuestra forma de convivir y que invita a reflexionar sobre cómo estamos construyendo nuestras relaciones cotidianas.
Durante los cuatro años que llevo al frente de la Coordinación de Cercanía Ciudadana, he sido testigo de todo tipo de conflictos: muchos de ellos que incluso han llegado a los tribunales, pero que pudieron haberse evitado con un proceso adecuado de mediación o con algo tan simple como un diálogo sincero entre las partes.
Entonces, ¿qué se ha perdido en nuestra sociedad?
¿Por qué se ha vuelto tan fácil subir el volumen a altas horas de la noche sin pensar en quienes descansan, estacionarse en el lugar del otro o sacar al perro sin correa y sin recoger sus desechos, sabiendo que más personas comparten el mismo parque?
¿En qué momento nos convertimos en una comunidad ultraindividualista, que pocas veces piensa en los demás?
Recientemente concluimos las mesas de diálogo donde recopilamos propuestas ciudadanas para fortalecer la reforma al Código Civil en materia de régimen condominal, que próximamente se entregará al Congreso del Estado.
En estas mesas surgieron ideas valiosas que, sin duda, contribuirán a una mejor convivencia entre condóminos. Sin embargo, algo que me llamó la atención fue que muchas de las propuestas buscaban establecer mecanismos para sancionar a los “vecinos incómodos”: los morosos, los ruidosos, los poco participativos… Todos esos casos que seguramente tú, lector, también puedes identificar en tu entorno.
Pero, ¿por qué necesitamos reglamentos punitivos para hacer simplemente lo que nos toca?
Me resisto a pensar en una comunidad indiferente y sin remedio. Al contrario, mi trabajo en Cercanía Ciudadana me ha permitido ver la mejor versión de Zapopan: la del señor Juan José, de Paraíso del Colli, a quien sus vecinos acompañan a las consultas médicas y apoyan en los momentos difíciles; la de las y los vecinos que asumen el trabajo por su colonia como una vocación; o la de quienes, desde la empatía, cumplen las reglas que existen precisamente para fomentar una mejor convivencia.
Como gobierno, nos toca impulsar mecanismos de gestión de paz que fortalezcan la confianza y generen entornos seguros para todas y todos.
Como vecinas y vecinos, nos toca ser más empáticos, solidarios y participativos, recordar lo que nos une por encima de nuestras diferencias. Lo más importante es hacernos una pregunta sencilla, pero poderosa:
¿Qué estoy haciendo yo para contribuir a una mejor convivencia con mis vecinas y vecinos? Pensemos en ello, porque la Ciudad de las Niñas y los Niños se construye todos los días, con acciones pequeñas, con respeto y con la voluntad de vivir en comunidad.
(Fuente: Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (Ensu), primer trimestre 2024, vía El Informador. ZMG: Crecen conflictos entre vecinos).