El fin de semana pasado se llevaron a cabo elecciones en Argentina para renovar la mitad de la Cámara de Diputados (127 legisladores) y un tercio de la Cámara Alta (24 senadores). Días antes de la cita electoral eran pocos quienes pronosticaban un triunfo del partido La Libertad Avanza, del presidente Javier Milei. Las difíciles condiciones económicas, la multiplicación de las protestas callejeras por el encarecimiento de la vida y lo famélico de las pensiones y jubilaciones, el desmantelamiento de parte del Estado y el triunfo del peronismo en las elecciones provinciales de septiembre en Buenos Aires, hacían pensar casi imposible el triunfo de Milei.
No obstante todo ello, como ha sucedido en otras elecciones, los resultados sorprendieron a propios y extraños, y Milei se alzó con una victoria que, aunque pírrica por el compromiso adquirido con Estados Unidos por el apoyo brindado por Donald Trump, significa un tanque de oxígeno para terminar su primer periodo presidencial y buscar la reelección en 2027.
Las razones para explicar y entender lo sucedido el domingo pasado son varias, a saber: la injerencia de Donald Trump presionando a Milei con la amenaza de negarle la “ayuda” financiera por poco más de 20 mil millones de dólares fue una espada de Damocles sobre la población, que sintió la necesidad de refrendar el apoyo a La Libertad Avanza a fin de asegurar los recursos necesarios para mantenerse a flote, aferrados a una pequeña tabla a la deriva.
Esto me recordó el 25 de febrero de 1990 cuando los nicaragüenses le dieron el triunfo a la candidata de la Unión Nacional de Oposición (UNO), Violeta Chamorro sobre Daniel Ortega, luego de una década de estar enfrentando a los “Contras” financiados por Estados Unidos con la intención de derrocar al Frente Sandinista de Liberación Nacional, y mirar en diciembre de 1989 la invasión militar de los marines estadunidenses a Panamá para quitar del poder a Manuel Antonio Noriega. Semanas después, los estudios demoscópicos dieron a conocer que la razón del voto a favor de UNO fue principalmente para evitar una invasión como la de Panamá, y menos por estar inconformes con el gobierno del FSLN. El fin de semana, las amenazas del inquilino de la Casa Blanca sobre el habitante de la Casa Rosada dieron un resultado similar al vivido en 1990 en Nicaragua.
Por otro lado, las luchas intestinas del peronismo y los ataques de Mauricio Macri a ese espectro político hicieron imposible que el peronismo mantuviera su ventaja de 14 puntos obtenida el 7 de septiembre en Buenos Aires.
Un aspecto importante fue el ausentismo en las urnas, así como la menor atomización del voto entre el peronismo y el partido de Javier Milei que caracterizó las votaciones de septiembre, debilitando a La Libertad Avanza.
No podemos negar que Javier Milei ha sobrevivido a una dura aduana electoral, como tampoco podemos cerrar los ojos ante la injerencia de Estados Unidos que ha obtenido la continuidad de un gobierno de extrema derecha al menos hasta 2027.
A querer o no, Milei no cayó antes de tiempo y los días aciagos continuarán para Argentina. Al tiempo.