A raíz del lamentable asesinato del presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo, la oposición ha iniciado una campaña mediática para exigir el cambio en la estrategia de seguridad de la Presidenta de México, doctora Claudia Sheinbaum, y demandar que se regrese a la confrontación abierta a los grupos del crimen organizado, como ocurrió en la “guerra contra el narco” declarada en sexenios anteriores.
Más allá de las voces que responden a las agendas e intereses de los grupos de poder desplazados por los gobiernos de la 4T, es oportuno que la ciudadanía se pregunte y valore de forma objetiva, con base en los datos duros, si la estrategia implementada por la Presidenta de México ha sido eficaz para la atención del problema de inseguridad que enfrentamos.
Previo a esta evaluación, repasemos los cuatro ejes fundamentales que sustentan la mencionada estrategia:
¿Cuáles han sido los resultados obtenidos con su implementación, a un año de gobierno de la doctora Sheinbaum?
Veamos:
En homicidios, una reducción del 32%.
En secuestros una baja del 68.8%.
En robos con violencia, una disminución del 48.5%.
Detención de 24 mil 652 personas por delitos de alto impacto.
Incautación de más de 12 mil armas de fuego, más de dos millones 241 cartuchos y 1,847 granadas.
El aseguramiento de 178 toneladas de droga, lo que equivale a una pérdida económica para la delincuencia, superior a los 43 mil 689 millones de pesos, así como el desmantelamiento de 1150 narcolaboratorios.
Sin filias ni fobias, haciendo a un lado las pasiones que en uno u otro sentido puedan expresarse, la ciudadanía puede constatar que la estrategia de seguridad del gobierno federal ha permitido una disminución sustancial de la actividad delictiva en el país.
Sin negar que existen aún regiones con grandes desafíos en materia de seguridad y que dolorosamente ocurren acontecimientos delictivos que detonan nuestro enojo, vale la pena que el pueblo forme opinión crítica en torno al actuar del gobierno federal con base en información objetiva, no en la proporcionada por aquellos que pretenden encauzar la justificada indignación ciudadana, para recuperar la confianza que perdieron por ineficaces y corruptos cuando ejercieron el poder.