En toda sociedad las personas tienen el derecho de protestar por diversas circunstancias que les afectan su desarrollo personal y colectivo. Así como cuentan con el derecho a movilizarse, también deben de acceder a la seguridad por parte del gobierno para que las manifestaciones se desarrollen con seguridad y respeto a los derechos humanos.
Una cosa es la legitimidad de las protestas ciudadanas que hemos visto en semanas recientes en varios lugares de México, y muy otra es afirmar, como se hace, desde algunos sectores de la oposición y del empresariado, que el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo se está desmoronando y que muy pronto va a caer porque la sociedad está harta del proyecto de la 4T.
La oposición continúa moviéndose a partir de las coyunturas y sigue ofreciendo “soluciones” improvisadas a las problemáticas del país sin contar con un anclaje legítimo en las protestas (la misma senadora Lilly Téllez tuvo que preguntar en la Cámara Alta el nombre del presidente municipal de Uruapan asesinado el fin de semana para entonces comenzar a pedir justicia por su homicidio), sino buscando raja política y electoral de las movilizaciones ciudadanas muchas veces alejadas de los mismos partidos de oposición.
Sin propuestas serias y honestas, y manteniendo su estrategia de pensar solo en términos electorales sin construir una opción que entusiasme al electorado, el PAN, PRI y MC seguirán teniendo pocas posibilidades de triunfar. Colgarse de la rabia de algunos sectores por demandas particulares no resueltas por el gobierno, solo ocasionará que la oposición siga viajando en el cabús de la política mexicana, esperando la movilización ciudadana, generalmente externa a los partidos políticos, para colgarse y obtener algún beneficio.
Desde luego, no podemos negar la existencia de inconformidades ciudadanas por la violencia en el país, las difíciles condiciones de los agricultores, las extorsiones y el pago de piso recibidas por algunos empresarios, la falta de voluntad para que en Morena hagan lo necesario y pueda cernir ese instituto político de miembros que lastiman a la sociedad más allá de colaborar en la construcción de un mejor país, sin embargo, al querer alterar de manera ficticia la intensidad de las protestas, la oposición logra restarle fuerza al legítimo grito de la sociedad.
Cuando observamos que 71 por ciento de la población respalda el trabajo de la presidenta de la república e incluso ese apoyo es mayor al recibido al momento de iniciar su mandato, nos podemos dar cuenta de lo artificial que resulta el discurso de la oposición cuando afirma que la sociedad quiere fuera el gobierno a Claudia Sheinbaum.
Por el bien de la salud republicana, necesitamos un gobierno que atienda y resuelva adecuadamente las demandas de la sociedad y no minimice las genuinas protestas populares, y por otro lado, nos urge una oposición crítica y propositiva que coloque sobre la mesa estrategias que ayuden a solucionar los problemas de México.