Tres años después de que Motomami, Rosalía regresa con un álbum atrevido, orquestal y conceptual.

Como un lamento harmonioso a media noche, Rosalía ha estrenado Lux, su cuarto álbum de estudio y el primero desde el trasgresor disco Motomami lanzado en 2022. Grabado junto a la London Symphony Orchestra y dirigido por el islandés Daníel Bjarnason, el disco se presenta como una sinfonía contemporánea dividida en cuatro movimientos que navegan entre lo sagrado y lo profano, la ópera y el club.
Quince canciones en digital, dieciocho en físico: tres exclusivas (“Focu ’ranni”, “Jeanne” y “Novia Robot”) solo suenan en vinilo y CD. Rosalía canta en trece idiomas –del latín al ucraniano, pasando por árabe, alemán y siciliano– y comparte micrófono con Björk, Yves Tumor, la fadista Carminho, Estrella Morente, Sílvia Pérez Cruz y Yahritza y su Esencia. Coros infantiles de la Escolania de Montserrat y del Palau de la Música Catalana cierran el círculo litúrgico.

El viaje arranca en la intimidad (“Reliquia”, un lamento casi gregoriano) y escala hasta la euforia tecno-orquestal de “Berghain”, ya número 1 en 27 países. En “Dios es un Stalker” la catalana susurra sobre un ex que la persigue desde el cielo; en “Sauvignon Blanc” brinda por el desamor con copas de cristal y cuerdas que suenan a Puccini bajo estroboscopios.
Críticos coinciden: es su obra más ambiciosa. “Un réquiem pop que no pide permiso”, titula The Guardian. Pitchfork habla de “ópera para la generación TikTok”. En España, la filtración masiva del miércoles no frenó la expectación: Lux debutó con 4,5 millones de streams en sus primeras 24 horas y colapsó las listening parties de Bogotá, Tokio y París.

Este álbum tiene un sonido completamente distinto al de cualquiera de mis proyectos anteriores. Fue un reto para mí realizar un proyecto más orquestal y aprender a usar una orquesta, comprender todos los instrumentos, todas las posibilidades, y aprender y estudiar de grandes compositores de la historia y decir: “Vale, esto es lo que se ha hecho. ¿Qué puedo hacer que sea personal y auténtico para mí?”, menciono para billboard.
Entre una combinación del mal querer y motomami en materia musical y concepto, Rosalía pudo encontrar un balance perfecto entre la harmonía musical y la harmonía de la estética. Luego de su ultima relación, la interprete de Con Altura, pudo caer en un álbum de “tiradera” para su ex Rauw Alejandro; sin embargo el disco no gira entorno a secretos o polémicas catastróficas para poder existir. Rosalía logra romperse y resanar de una manera magistral, logrando elevar tus sentidos llevándote al cielo en un abrir y cerrar de ojos.