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18 noviembre 2025
Ismael Ramírez
Ismael Ramírez
Especialista en Medicina Familiar. Maestro en Farmacología. Dr. en Investigación Psicológica

El Frankenstein de Guillermo del Toro y la medicina familiar/general

15 noviembre 2025
|
05:00
Actualizada
15:29

Ha sido gran coincidencia ver la extraordinaria cinta de Guillermo del Toro justo después que esta columna acababa de publicar tres aproximaciones a la realidad en sus niveles físico, psicológico, trascendente o espiritual. Dado que no soy crítico de cine y tampoco de literatura, no participo en la discusión de los expertos acerca de que si Del Toro debió apegarse a la novela de Mary Shelley. De esta autora admiro su creatividad que supo aprovechar los experimentos –que ella vio– y que mostraban que la energía eléctrica podía generar movimientos de las extremidades de los cadáveres que tenían pocas horas de fallecimiento. Fue una observación de la realidad objetiva que en aquella época parecía sobrenatural.

Se sabe bien que cuando la circulación se detiene por completo, el sistema nervioso muere en pocos minutos, mientras los músculos de las extremidades resisten algunas horas la falta de oxigenación. Ver que los cuerpos con cerebro y corazón muertos pueden tener movimientos reflejos de las extremidades mediante estímulos eléctricos es impresionante. Mary Shelley hizo un clásico de la ciencia ficción a partir de su interpretación de la realidad objetiva.

Esta columna se refiere solamente a la película recién estrenada en Netflix, no a la novela que la inspiró (1).

 

Mas allá de los efectos visuales

Veo varias aportaciones trascendentes de esta obra cinematográfica. En primer lugar exhibe la obsesión humana por “derrotar a la muerte”. Segundo lugar, muestra nuestro gran problema para aceptar al “otro” que percibimos diferente a nosotros. Hay un tercer elemento: Del Toro demuestra que la veneración no reflexiva de la tecnología y la idea de “si lo podemos hacer, hagámoslo y después vemos…”, puede tener consecuencias. Así, en la trama de la película, se combinan un ficticio poder científico y el capital proveniente del negocio de la guerra para crear un nuevo ser. Literalmente este ser es “armado como rompecabezas”: restos de soldados muertos en batallas donde los grandes capitales se confrontan por el poder. “La cosa” surge de un paisaje de muerte, sufrimiento, viudez, orfandad y destrucción de la obra humana y la naturaleza. De esta manera, la tecnología sin moral y el capital, unidos, crean a la criatura “hija intelectual y manual” de Víctor Frankenstein.

 

Víctor Frankenstein, el médico sin empatía ni compasión

Del Toro no se queda en la descripción del médico insensible y carente de compasión; nos muestra su historia de vida, el maltrato, violencias que sufre de parte de su padre quien le obliga a memorizar textos médicos. A las desgracias del Víctor niño, se le suma la muerte de su madre en el parto de su hermano menor. Desaparece así lo único que le nutría con amor, armonía, y esperanza. El trato diametralmente opuesto que su padre le da al hermanito William, contribuye a que Víctor  desarrolle una personalidad obsesiva que busca conseguir proezas imposibles que le dieran reconocimiento, trascendencia, sin importar los medios para lograrlo. Se propone derrotar a la muerte, enemigo oficial en la educación médica desde entonces. 

La trama de la película asume que los adultos somos la resultante compleja de una trayectoria incierta, cambiante y siempre dependiente del contexto de la vida del sujeto. No depende solo de la familia en que nacemos, también participa el orden de llegada, porque las familias están siempre en evolución. Implica la época, el lugar geográfico donde nacemos, crecemos, las tecnologías de la época, la cultura nacional y hoy en día lo que circula globalmente. Por todo eso, a partir de genomas similares resultan sujetos tan diferentes como los hermanos Frankenstein de la película.

 

La creatura hija de Víctor Frankenstein no tuvo infancia

En la película de Del Toro la criatura (creatura es sinónimo), “nace” adulto, pero tiene que aprenderlo todo; no tiene lenguaje ni cultura incorporada. Inmediatamente, al “cobrar vida” sufre el trauma del desprecio, el abuso físico, el abandono por parte de su creador, que llega al extremo de intentar asesinarle. A pesar de las tremendas adversidades que lleva a cuestas, la criatura que imagina Del Toro es pleno de bondad, acepta el afecto y lo da, es generoso en acciones aun cuando los humanos lo atacan con solo verlo. Luego ocurre que un anciano ciego lo acepta, lo consuela y le ofrece lo poco material que tiene. El ciego bien podría ser una metáfora que equivaldría a dejar de lado los prejuicios de rechazo al otro.

Lo cierto es que si aceptamos a otros, es mayor la probabilidad de que a su vez nos acepten.  Estamos hablando de la realidad intersubjetiva que discutí hace dos semanas aquí.

 

La versión de la película es oportuna para el siglo XXI

Esta película es oportuna porque la sociedad actual no genera la aceptación del otro diferente; por lo contrario, promueve la conquista y sometimiento de los demás. Recuerdo que desde los años de 1980 ya abundaban los “programas para niños” donde el tema reiterado era el de un personaje que se proponía dominar al mundo. Este personaje era combatido por otros personajes “buenos” que salvaban al mundo en cada capítulo de la serie infantil. Ahora, creo que no era casualidad el predominio de esa temática a la que exponíamos a los pequeñitos.

 

La película de Guillermo del Toro y la salutogénesis

Salutogénesis significa aquello que genera salud, y salud es aquello que permite el florecimiento humano y que le permite vivir la cotidianidad de manera digna y de acuerdo con las capacidades que cada persona tiene. La salud depende de determinantes sociales, por ejemplo: el ambiente de paz, la no discriminación social por ninguna razón, las oportunidades educativas, la calidad de la vivienda, el transporte, la calidad de los servicios sanitarios, la justicia, el poder real de gobernanza que tiene la población, el ingreso económico para vivir una vida digna, áreas verdes, disfrute de las artes… 

La salud no puede proponerse la búsqueda de la inmortalidad en el sentido biológico. La película del admirado director jalisciense contribuye a la salutogénesis cuando nos recuerda que la inmortalidad ni es humana ni es deseable, que de hecho puede llevar a la soledad extrema. Para mí, la trascendencia humana está en el plano espiritual, el sentido de conexión con el todo que expuse la semana pasada. Hoy se trasciende con poder, dinero y cuando se promueve el racismo, clasismo, cuando se disemina violencia y falsedad en cualquiera de sus formas. Toda forma de violencia es destructora de la salutogénesis individual y colectiva. 

 

La obstinación terapéutica

La imposibilidad de morir del personaje de Del Toro, me remite a la consecuencia de la enseñanza lamentable de que “el médico debe luchar contra su enemigo, la muerte”. Con esta visión, el cuerpo de las personas se convierte en campo de batalla del empecinamiento médico por derrotar a “su enemigo”. La vida puede significar sufrimiento prolongado, eterno, en el caso de la criatura de Frankenstein en la versión de Guillermo del Toro. En la práctica médica actual hay un sistemático empecinamiento, obstinación, en mantener con vida a personas que a todas luces están muriendo debido a su muy grave estado de deterioro, fallas orgánicas vitales múltiples, o su edad. En cualquier hospital hoy se pueden encontrar casos de pacientes mantenidos con signos vitales a través de máquinas que les mantienen respirando, que les alimentan por vías no naturales, y que solo pueden soportar estas condiciones mediante sedación profunda. Cuando estas medidas se aplican a personas en la fase final de su vida podemos hablar de la obstinación, empecinamiento  terapéutico, problema que antes recibió un nombre tremendo “encarnizamiento terapéutico” (2). Yo pensaría si el viejo término no aplica en el caso de que estas acciones tienen la intencionalidad de obtener ganancias monetarias.

 

Conclusión

Las artes humanas de las cuales el cine es una relativamente reciente, con frecuencia se anticipan y avisan como hace el buen filósofo, advierten a la humanidad de alguna tendencia que se avecina o crece. Por eso, la libertad creativa del arte es del más alto valor social. En mi campo, la medicina familiar/general, creo que la película nos recuerda que en la familia, además de las cosas buenas, pueden existir importantes riesgos para la salud mental de los niños. Riesgos que podemos percibir dada nuestra relación a largo plazo con nuestros pacientes y sus familias. También creo que advierte sobre la necesidad de poner límites a la investigación científica y tecnológica, así como a asumir una postura reflexiva ante de adoptar su uso, especialmente en el caso de los niños. Ser médico familiar/general es cada vez más complejo. Seguir educándonos con teorías reduccionistas, métodos y contenidos que fueron útiles para la concepción solo biológica de la medicina, llevarán a la inoperancia del médico familiar/general y a la pérdida de oportunidades para prevenir la enfermedad mental y fortalecer su salutogénesis.

 

Referencias bibliográficas

 

*Las opiniones y contenidos en este texto son responsabilidad total del autor y no de este medio de comunicación.
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