Este 15 de noviembre se realizó tal como estaba previsto la manifestación de la Generación Z, como se conoció mediáticamente en los medios convencionales y en las redes sociales. En Guadalajara se reunieron hasta 20 mil personas, una cifra inesperada y sorprendente. La movilización se hubiera considerado un éxito, pero lamentablemente terminó en violencia.
Después de haberse reunido miles de personas frente a Casa Jalisco y entregar un pliego petitorio en el que manifestaban su inconformidad con la violencia sistemática, y también con la muerte del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo acaecida el 1 de noviembre pasado, un grupo de manifestantes se trasladó al Centro Histórico y provocó violencia contra las fuerzas de seguridad y los edificios históricos, empezando por Palacio de Gobierno y la Catedral Metropolitana.
La violencia y las confrontaciones se prolongaron hasta casi las 9:00 de la noche. Como resultado de ello, 47 personas fueron detenidas y 13 más fueron heridas, aunque por fortuna sin mayores consecuencias.
El artículo noveno de la Constitución mexicana garantiza explícitamente el derecho de la libertad de reunión con fines pacíficos. La movilización para repudiar la violencia en México está más que justificada, porque en diferentes puntos de la república somos testigos de constantes homicidios y de la comisión de delitos tan dolorosos como la extorsión y la desaparición de personas.
Protestar por la violencia y la inseguridad con más violencia, es un sinsentido y agredir el patrimonio de todos, no tiene justificación por más motivos y razones que tengan los agresores.
Paradójicamente, las manifestaciones de Ciudad de México y Guadalajara fueron muy parecidas, tanto en cantidad de asistentes como en la violencia que marcó el fin de la jornada.
Esta manifestación que se pretende atribuir a las personas que nacieron de 1995 en adelante, rebasa por mucho la condición de edad, porque ofendidos por la violencia son todos los mexicanos, al margen de si son jóvenes o maduros.
Adicionalmente, si las autoridades indican que este tipo de movilizaciones son organizadas “por la derecha”, no intentan otra cosa que minimizar o simplificar un fenómeno que es mucho más complejo y que requiere de una solución conjunta, en la que no se puede esperar que sea una sola autoridad la que resuelva los conflictos y el crecimiento del crimen organizado, que como es natural, está resistiéndose a la aplicación de la ley.
Desde el gobierno del Estado de Jalisco, se dio cuenta que los agresores en el Centro Histórico, ni siquiera son jaliscienses, la mayoría de los detenidos provienen de la Ciudad de México y de estados como Michoacán. Si se trata de infiltrados, ¿a quienes beneficia su accionar violento? ¿A quien le beneficia la destrucción en Palacio de Gobierno y las pintas en la Catedral y en el Congreso del Estado?
Para los responsables de los hechos, no queda de otra, aplicarles la ley. Pero le explicación sobre el fenómeno que moviliza a la sociedad, así se trate para protestar por el asesinato de una autoridad o para reclamar justicia ante los desaparecidos y la violencia cotidiana, ese es otro tema que no se resuelve con las reuniones matutinas de los elementos de seguridad municipales, estatales y federales.
La estrategia obligadamente tiene que ser integral y diferente, no se pueden esperar resultados distintos, si se sigue procediendo de la misma manera.