En el México que todas y todos anhelamos, el país justo, próspero y solidario que queremos para nuestras familias, no puede caber el odio, mucho menos aquel que destruye, que polariza, porque lo que buscamos es paz, la verdadera esperanza que juntos podemos construir.
“Spes prima est inter passione irascibilis”, es decir, “la esperanza es la primera de las pasiones irascibles”, así lo creía Santo Tomás de Aquino, quien consideraba que la ira de Dios era buena porque estaba fundamentada en el amor, pero en cambio la ira del hombre que se basaba en el egoísmo no podía conducir a nada bueno.
Pero la cólera en una búsqueda de justicia frente a un mal, sí puede apuntar a lo bueno. Es ahí donde radica la diferencia, y donde la humanidad se puede demostrar en actos, incluso de valentía, al servicio de los demás. Y por el contrario, con la ira desenfrenada sin control ni organización, perdemos todos.
No vamos a negar que nuestro país sigue teniendo “hambre y sed de justicia”, como lo dijo Luis Donaldo Colosio Murrieta antes de morir asesinado en Lomas Taurinas en 1994.
A 31 años de esa trágica escena, tristemente, hemos visto que los homicidios políticos, la violencia y la impunidad en nuestro país sigue siendo una realidad.
Pero la violencia y mucho menos el odio, jamás serán el camino para lograr una verdadera transformación, pues lo que México necesita es más humanidad. El reclamo de justicia siempre será válido y nos unimos a las voces que la piden, pero con expresiones de solidaridad que promuevan la paz, la conciliación y el diálogo.
Hace unos días, en el gobierno de Guadalajara se celebraron los 40 años del sistema DIF tapatío y en el marco de este aniversario, nuestra presidenta Verónica Delgadillo, además de reconocer la labor de este organismo, resaltó la importancia de brindar esperanza.
La mejor forma del servicio, indicó Vero Delgadillo, es a través de los cuidados, porque cuando no los hay, se profundiza la desigualdad. En cambio, cuando hay conciencia de lo que las y los tapatíos necesitan, en el amor al prójimo surge la esperanza de un mejor presente y futuro para todas y todos.
El fin que nos debe unir a las y los mexicanos es el mismo, el deseo de justicia, el sueño de vivir en un país de oportunidades, de lograr bienestar para todas las familias.
Pero los medios para llegar a estos ideales también son importantes y ahí es donde, en corresponsabilidad, sociedad y gobierno, iniciativa privada y la academia, deben unir esfuerzos para caminar juntos y encontrar soluciones.
La responsabilidad para los gobiernos de los tres niveles es grande y clara, no podemos hacernos de oídos sordos, pero también debemos promover el orden, a los reclamos, pero ante todo el respeto, con el coraje para defender la libertad de poder vivir en paz y sin miedo, con justicia pero sin odio.