FIL 2025: GDL capital del libro
Cada año, Guadalajara deja de ser solo una ciudad para convertirse en una metáfora: la de un país que todavía cree en la palabra escrita. La Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la FIL, está por comenzar una vez más, y con ella llegan los días en que esta ciudad se transforma en la capital mundial del libro en habla hispana, un título que no es retórico, sino verificable: la FIL es la feria literaria más importante del mundo hispanohablante y la segunda más relevante del planeta, solo detrás de Frankfurt, según datos de la propia industria editorial internacional.
En 2025, la FIL celebrará su edición número 39, casi cuatro décadas ininterrumpidas de consolidarse como puente cultural, encuentro académico, vitrina del pensamiento y, sobre todo, un espacio en el que los lectores se reconocen entre sí. Este año, Barcelona será la ciudad invitada; con ello, se incorporarán nuevas voces, acentos y miradas a una feria que siempre ha sabido renovarse sin perder su esencia.
Uno de los momentos más esperados es la entrega del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, que este año recibirá Amin Maalouf, escritor franco-libanés cuya obra trasciende idiomas y fronteras. El Premio FIL es uno de los galardones más prestigiosos del mundo literario, por el que han pasado nombres que hoy forman parte del canon contemporáneo. Por los pasillos y auditorios de la FIL han desfilado algunas de las figuras más relevantes de la literatura contemporánea. La FIL, desde hace años, dejó de ser solo un escaparate: es una institución cultural en sí misma, no solo de Guadalajara o de México, sino del mundo entero.
La feria no solo es un festín para lectores. Sus cifras lo confirman: más de 800 mil asistentes en ediciones recientes; múltiples actividades académicas y culturales; cientos de editoriales de más de 40 países; periodistas, cineastas, profesores, estudiantes, científicos, escritores y hasta personajes de la política nacional e internacional que suelen encontrar en los pasillos de Expo Guadalajara un termómetro social difícil de reproducir en cualquier otro espacio público.
Pero la FIL también es economía. Durante nueve días, Guadalajara recibe una derrama económica que beneficia a hoteles, restaurantes, transporte, comercios, servicios turísticos y creativos. Incluso me atrevo a decir que es un evento cuya relevancia supera la celebración de los cuatro partidos de un mundial de futbol: quizá no en alcance mediático, pero sí en la trascendencia de sus visitantes, en su movimiento cultural y en la visibilidad que genera para la ciudad. La FIL no solo trae historias: trae empleos, oportunidades y proyección internacional para Guadalajara. Es un recordatorio silencioso de que la cultura también sostiene a una metrópoli.
Hay quienes dicen que en la FIL no solo se presentan libros: se presentan ideas, debates, tensiones, esperanzas. Y es cierto. La FIL ha sido testigo de diálogos memorables, de discusiones sobre democracia, derechos humanos, ciencia, tecnología, corrupción, desigualdad y futuro. Durante esos días, Guadalajara es un territorio donde la conversación pública se eleva, se complejiza y se vuelve más humana.
Quizá por eso la esperamos tanto. Porque en un mundo acelerado y saturado de ruido, la FIL es un refugio donde todavía creemos que el conocimiento transforma, que la conversación construye y que los libros —esos viejos compañeros— siguen siendo la herramienta más poderosa contra la ignorancia y la indiferencia. La FIL no solo llega a Guadalajara; la FIL renueva a Guadalajara. Y, de algún modo, también nos renueva a todos.
