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Laura Castro Golarte
Laura Castro Golarte
"Laura Castro Golarte es periodista independiente y activa desde hace más de 40 años; politóloga y doctora en Historia Iberoamericana por la Universidad de Guadalajara. Es autora de varios libros. "

“Viva la Patria libre”

24 noviembre 2025
|
05:00
Actualizada
19:57

El 23 de noviembre de 1825 sucedió lo que se conoce como “la consolidación de la independencia de México en el mar”, cuando el último reducto español, apostado en el fuerte de San Juan de Ulúa, se rindió y abandonó el castillo.

Ayer se cumplieron 200 años y la fecha amerita celebración y fiesta porque se trata de uno de los episodios de nuestra historia que contribuyeron indudable y definitivamente a la confirmación y arraigo de una identidad como mexicanos que estaba en ciernes, aún cuando la conciencia de sí, el sentido de pertenencia a este territorio y la claridad de no querer ser dominados ni por los españoles ni por nadie, otra vez, era contundente.

¿Qué pasó? La consumación de la Independencia, como sabemos, fue el 27 de septiembre de 1821 y en noviembre, los últimos militares realistas que se habían embarcado rumbo a Europa, decidieron quedarse en el castillo de San Juan de Ulúa y desde ahí, avituallados desde La Habana, intentarían reconquistar la que había sido la más rica de las colonias del imperio español.

Se quedaron cuatro años, causaron cientos de bajas en el ejército mexicano y ellos sufrieron también, no sólo militares muertos en las refriegas y enfrentamientos, sino que de pronto pasaban hambre o tenían que capotear, literal, la temporada de nortes en el Golfo de México.

Una de las razones por las que este episodio no es tan conocido es que tuvo lugar en Veracruz y allá sí, hay celebraciones y ceremonias cada año con la participación de la Marina, con mayor razón ahora que se acaba de cumplir el bicentenario. De hecho, el 23 de noviembre es el Día de la Armada de México.

Después del imperio de Agustín de Iturbide y la toma de posesión de un triunvirato que rigiera las riendas del país que nacía, alguien se tenía que hacer cargo de la amenaza constante que implicaba el grupo de españoles en San Juan de Ulúa. De los integrantes del Supremo Gobierno que tenía que lidiar, aparte, con la postura separatista de Jalisco y de Zacatecas, entre otros; con la convocatoria a un congreso constituyente y con buscar la forma de mantener al país en pie, uno de ellos se encargó de liderar la defensa de Veracruz y de México, Guadalupe Victoria.

Siguió pasando el tiempo, los gachupines no se iban, el desgaste era impresionante y los españoles virreinales habían dejado las arcas vacías. Había que gestionar, aparte, que los países reconocieran a México como nación independiente para establecer relaciones, sobre todo financieras, y que se pudieran contratar créditos para pagar al ejército y a la burocracia. El panorama era incierto y desolador.

Durante esos cuatro años, es decir, de 1821 a 1825, los periódicos que circulaban en ese momento en diferentes ciudades dieron cuenta puntual de lo que pasaba en Veracruz. Y hago este apunte, porque de pronto incluso colegas historiadores sostienen que a la gente entonces no le importaba lo que pasaba en otro lado, que estaba harta después de una guerra de once años y que, además de todo, no sabía leer ni escribir, o sea, ni se enteraba.

Pues no era así. En todos los números de periódicos semanales, diarios, de cada tercer día o de periodicidad mensual, se publicaba información relativa a lo que pasaba en San Juan de Ulúa. Las noticias de lo que acontecía en Veracruz indicaban desde un escueto “sin novedad en el frente” hasta detalles de enfrentamientos, incursiones, derrotas, los nombres de los generales al mando, los navíos, la artillería, los éxitos, las bajas, las solicitudes de apoyo para fortalecer la defensa y otros aspectos.

En cuanto al analfabetismo es cierto, era muy alto, pero las noticias se “gritaban” en las plazas públicas y con frecuencia los sermones de los curas eran otra forma de saber qué pasaba. Mexicanos habitantes de los cuatro puntos cardinales de la geografía nacional, estaban enterados.

Y hay evidencias de esto que comento hoy porque tuve la suerte de encontrarme, primero, en un periódico de Guadalajara, El Nivel, a una semana de la capitulación (30 de noviembre de 1825), un mensaje del gobernador Prisciliano Sánchez a propósito de la buena noticia de que los españoles habían capitulado y abandonado el fuerte de San Juan de Ulúa.

Y días después, el 18 de diciembre, editores de El Lagueño pidieron a los de El Nivel que si podían publicar la reseña de cómo habían reaccionado los laguenses ante la noticia de la retirada de españoles. Fue apoteótico. Y esta descripción basta para saber que los mexicanos, apenas reconocidos así, estaban informados y conscientes de la nación que empezaba su camino sin el dominio español y de que querían que así fuera.

Agrego aquí un párrafo apenas del mensaje de Sánchez que tituló “¡Viva la Patria libre!”: “Habitantes de Guadalajara: por no teneros impacientes un solo momento me anticipo a anunciaros, transportado de gozo, la rendición del castillo de San Juan de Ulúa. Sí, compatriotas, la caduca y orgullosa España acaba de exhalar el último suspiro en nuestras costas: acabó para siempre hasta la más remota esperanza de volvernos a dominar. Somos ya libres y nuestra libertad es del todo segura sin que la pueda perturbar accidente alguno. ¡Gloria inmortal a los primeros caudillos de nuestra feliz revolución! ¡Loor eterno a los actuales patriotas que se han cubierto de gloria trabajando constantemente en tan venturosa empresa! Vivan para siempre en nuestra gratitud los nombres de Victoria, Barragán y Esteva”.

Y un párrafo también del festejo en Lagos que, por cierto, todavía no era Lagos de Moreno, eso sucedió hasta 1829: “El lunes 28 del presente (noviembre), llegó al comandante de artillería residente en este lugar, c. José Campillo, una carta de la capital de Méjico en que sujeto fidedigno le comunica la más importante y placentera noticia de la fortaleza de Ulúa diciendo que es ya nuestra. Sorprendido Campillo y arrebatado del gusto sale por las calles de esta ciudad queriendo extender esta noticia con la violencia de un rayo. Encuentra a muchos de sus amigos, y estrechándolos entre sus brazos, apenas les decía, presentándoles la carta, leed, leed…”. El ciudadano Campillo pidió que sonaran las campanas en todas las torres del pueblo, hubo baile en la noche, tertulia con versos dedicados a los héroes de Ulúa, salvas y corridas de toros para conmemorar la consolidación de la independencia, ahora en el mar.

Hay historiadores que afirman que en México no hubo sentido de nación sino hasta que fue necesario enfrentar a los estadounidenses en 1847 en aquella invasión injusta y abusiva; o, peor aún, hasta la intervención francesa, ya en la segunda mitad del XIX y en gran medida gracias al periplo de Benito Juárez, sin embargo, las reacciones por la derrota de los últimos españoles en territorio nacional, con las expresiones de la época para defender a la nación, en Lagos (de Moreno), Jalisco, son sólo una muestra fehaciente de que sí había sentimientos patriótico, son noticia de una afirmación compartida por todos los mexicanos y las mexicanas de entonces: ¡Viva la Patria libre!

*Las opiniones y contenidos en este texto son responsabilidad total del autor y no de este medio de comunicación.
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