Manuel Baeza

Viene para Jalisco un “año bisagra”. Me refiero con ello a los doce meses que los políticos y funcionarios con aspiraciones dedicarán a armar sus candidaturas electorales para 2027.
Este “año bisagra” se caracterizará por el esfuerzo que harán los políticos y funcionarios para resaltar ante la opinión pública. Sin son alcaldes o alcaldesas, intensificarán su trabajo “pie a tierra” para recorrer barrios y colonias con obras y promociones para reforzar su nombre, de cara a las boletas para la reelección, o para un cargo diferente si es que se encuentran en su segundo periodo al frente de un municipio.
Los que son secretarios estatales y quieren brincar a una presidencia municipal o diputación también dedicarán buena parte de su tiempo a dejarse ver, y a mostrar por todas las vías posibles los logros de su trabajo.
Otros son los legisladores locales y federales. Muchos querrán aparecer en las boletas del 2027, y para ello se mostrarán mucho más activos (e incluso agresivos políticamente) para que los electores (aunque hubieran llegado al cargo mediante una lista) los volteen a ver.
Sobra decir que, por ser año mundialista de futbol, habrá para los políticos muchas más oportunidades de dejarse ver, pues lo menos que harán será mostrarse en redes sociales con la playera del equipo mexicano festejando todos y cada uno de los goles de la selección (Dios me oiga). Ahora sí que, hasta quienes no saben de futbol, serán expertos.
Nada hay de sorpresa, pues. El 2026 será el año de las precampañas, y nadie nos libraremos de ellas.
Eso sí: Habrá que ir analizando el trabajo de cada uno de los políticos que no podrán decir que quieren ser candidatos, pero lo dejarán ver con sus acciones. Esperemos que el relumbrón y la fiesta futbolera no nos distraigan mucho de la realidad de los funcionarios, alcaldes y legisladores.

2026, el “año bisagra”

Ya suena el silbato de la Línea 4 del Tren Ligero.
La obra, iniciada físicamente en mayo de 2022, está terminada y en periodo de pruebas. Será el próximo lunes 15 de diciembre cuando la línea comience a dar un servicio largamente esperado, y que se estima servirá para transportar a más de cien mil pasajeros por día, lo que deberá contribuir a mejorar la movilidad en una zona altamente poblada y obligada a transporte en vehículos de motor: autos particulares y camiones, lo que genera un tráfico terrible todos los días y a toda hora.
Que la Línea 4 comience a operar es una buena noticia. Se trata de una obra importante para una ciudad que avanza muy lento en materia de transporte público. Entiendo que es más fácil decirlo que hacerlo, pero a estas alturas de la vida metropolitana deberíamos ir en la línea 8 o 10 del Tren Ligero, y no en la 4. Vamos tarde, y espero que esta nueva ruta ayude a que los políticos y funcionarios se den cuenta del cambio de vida que representa para miles de personas un sistema eficiente de transporte colectivo.
Ya con la Línea 4 en marcha, y con la Línea 5 (que no es tren ligero) en creación, urgirá la ampliación de la Línea 3 hasta Tesistán y, por qué no, hasta La Venta del Astillero. Es algo que podría hacer la actual administración estatal en los cinco años de gobierno que le quedan pendientes.
Y todos aquellos con ganas de ocupar Casa Jalisco y despachar en Palacio de Gobierno bien harían en analizar cuál debería ser la Línea 6 y la 7, para no perder tiempo y comenzar su construcción en 2030. Sería, además, un excelente argumento de campaña.
Por lo pronto ya suena el silbato de la Línea 4. Será el lunes cuando Pablo Lemus (¿vendrá Enrique Alfaro?), su equipo, y representantes de diferentes grupos sociales hagan el primer viaje en la nueva ruta. Y habrá caras felices por todos lados, con absoluta justificación.

Línea 4: ya suena el silbato

Donald Trump lo tiene muy claro: necesita dar un golpe en Venezuela para reafirmar su política internacional en contra de las drogas y el narcotráfico. Y lo dará pronto.
Puede ser que cuando este texto sea publicado, algo haya ocurrido ya. Lo cierto es que el interés estadounidense por el petróleo, y luego por la libertad de Venezuela, terminará en una acción militar en territorio sudamericano. Las palabras de Donald Trump en redes sociales y en declaraciones públicas este martes son la señal de que ya tiene decidido el derrocamiento de Nicolás Maduro y el apoyo militar estadounidense para un gobierno de transición. Una frase recién utilizada por el presidente del país de las barras y las estrellas ante periodistas es contundente: “Empezaremos con los ataques por tierra. Acabaremos con esos hijos de perra”.
La maquinaria de guerra estadounidense no se mueve sin necesidad. El desplazamiento de barcos de guerra gringos en la zona del Caribe es enorme, y cuesta una fortuna en términos de combustible y avituallamiento. El consenso de los analistas en la materia es que habrá intervención de algún tipo, y que ésta es inminente.
El apoyo militar de Rusia al país sudamericano existe, pero es mínimo. El ejército de Vladimir Putin tiene las manos llenas en Ucrania, y la mira puesta en otros puntos de Europa, por lo que no se meterá de lleno en el tema. Hay prioridades y Venezuela no es una de ellas.
Habrá que ver qué tanto resisten las milicias venezolanas. Estados Unidos pondrá su cuota de sangre, pero la mayor parte vendrá del lado del ejército sudamericano.
Nicolás Maduro ha perdido su presencia en la opinión pública latina. El deterioro de su país es tan grande, que pocos saldrán a defenderlo a él. A eso apuesta también Trump: a que Maduro termine exiliado en Cuba en el mejor de los casos, o a que se detenga y traslade a Estados Unidos para languidecer en una prisión mientras se le enjuicia como narcoterrorista.
Algo viene y es pronto, si no es que ya. No queda más que rezar por los venezolanos.

Venezuela: Donald Trump lo tiene muy claro

Dice mi padre que quien no quiera ruido, que no críe puercos. Algo similar ocurre con la política: quien no quiera manifestaciones, que no sea gobernante. Punto. 
Las manifestaciones son parte esencial de la vida pública. No existe el pueblo bueno que ama a sus gobernantes. Lo que sí hay son personas que están dispuestas a tolerar problemas porque consideran que se trabaja para solucionarlos, y personas que están cansadas de los problemas, y quieren soluciones visibles y palpables lo más rápido posible. Y están los paleros del gobernante en turno, pero esa es otra historia. 
El problema del gobernante es que realmente cree que es infalible; que lo que hace es mejor que lo que cualquiera otro pudiera lograr, y que los ciudadanos que protestan son ingratos, o sus enemigos. Así es como piensa quien quiera que llega al poder, aunque esté muy alejado de la realidad.
Manifestaciones, marchas, bloqueos y protestas se viven todo el tiempo en todas partes del mundo, y México no es la excepción. Busque Usted el país que considere más civilizado del mundo, y el país en el extremo opuesto, y en ambos encontrará quejas y protestas ciudadanas. En todo caso hay gobiernos que impiden las manifestaciones, pero el deterioro de la vida pública en esas naciones es más que evidente.
La presidenta de México ha mostrado su inconformidad con las protestas en contra de su gobierno, y su equipo la arropa. ¡Qué barbaridad! ¡Increíble que haya personas que no quieran/entiendan/admiren a la 4T! 
A Claudia Sheinbaum le quedan solo dos opciones: o se pone a escuchar el motivo de las manifestaciones e intenta corregir lo posible, o simplemente debe asumir que existe oposición en su contra, como lo existe también en los gobiernos de otras latitudes, y no preocuparse por las protestas. Total, si de veras la mayoría la quiere, entonces cuál es el problema. 
Pero que la administración federal actúe como si manifestantes u opositores fueran enemigos del Estado, eso ya es otra cosa. En la manifestación del 2 de octubre en la Ciudad de México se dejó a los revoltosos saquear tiendas, quemar locales, destruir mobiliario urbano, y agredir a los policías. Y ni un solo detenido hubo.
En la manifestación del pasado sábado se derribaron las vallas que rodean Palacio Nacional, y los granaderos salieron a atacar por parejo a quienes se cruzaron a su paso. Y hay una decena de detenidos acusados, por increíble que parezca, de tentativa de homicidio en contra de los policías. Una total desvergüenza por la desproporción a la hora de actuar contra los manifestantes. 
Manifestaciones contra Sheinbaum y su gobierno habrá el resto del sexenio, como las hubo contra AMLO, Peña Nieto, Calderón y Fox. La protesta es parte de la vida política de un país. Y al final, como dice mi padre: quien no quiera ruido, que no críe puercos… y que tampoco gobierne.
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Manifestaciones: quien no quiera ruido…

Los cambios en el gabinete del gobernador Pablo Lemus están a la vuelta de la esquina. Se rumoraban los cambios desde hace meses, pero en su primer informe de labores el mandatario dejó ver que habría movimientos, y más tarde lo dijo con todas sus letras: vienen cambios, al menos dos.
Como ya no hay sorpresa, ahora el enfoque de todos quienes se dedican (nos dedicamos) al periodismo y el análisis es tratar de descubrir quiénes se van. Y para ello la fórmula es sencilla: basta con soltar nombres de los que se mencionan, y si por lo menos uno coincide, entonces nos damos por satisfechos.
Lo cierto es que los cambios en los gabinetes son algo común. No hay gobernante alguno que haya conservado intacto a su equipo de trabajo. Eso sí: hay gobernadores de Jalisco con más movimiento en sus gabinetes que otros. 
Tan solo entre Aristóteles Sandoval y Enrique Alfaro se notan diferencias. En el sexenio del priísta hubo 48 titulares o encargados de despacho en 24 puestos claves; es decir, en promedio dos por secretaría o dependencia. Llama la atención lo ocurrido en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social con Aristóteles, pues en seis años hubo siete secretarios o encargados de despacho.
En el caso de Enrique Alfaro (sin contar los titulares de las coordinaciones creadas en su gobierno), hubo 39 titulares o encargados de despacho para 23 puestos claves. En este caso el promedio fue de 1.7 funcionarios por dependencia. En su sexenio Alfaro tuvo tres secretarías con tres titulares en seis años: el Sistema de Asistencia Social, la Secretaría de Administración, y la Secretaría de Cultura.
Viene el turno de Pablo Lemus. En su equipo habrá dos cambios al menos en lo que falta del año, y se vislumbran más cambios en los próximos meses con miras a las elecciones de 2027. Desde hace tiempo se maneja que dos o tres de los actuales titulares de secretarías se quedarían únicamente por un año para garantizar una transición en proyectos importantes para la administración emecista. También se habla de enroques.
Vienen los cambios y las apuestas. Así es este negocio.

Los cambios en el gabinete

La caída de un misil estadounidense en territorio mexicano tendría como su principal víctima la relación entre México y Estados Unidos, y la reparación de ese daño tardaría décadas en lograrse.
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Ha sido por meses que los medios estadounidenses publican notas sobre un presunto aunque inminente ataque preventivo contra operaciones o dirigentes del narcotráfico en México. Sería el equivalente a los ataques que se han realizado en aguas internaciones contra lanchas que cargan droga.
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Puede ocurrir, sí. El gobierno del país vecino tiene capacidad para eso y más. Pero si lo hacen, romperían una relación estrechísima y complicada entra ambas naciones.
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En el remoto caso de un ataque preventivo estadounidense en México, la administración de Donald Trump abriría tres frentes difíciles de manejar. Por el lado oficial, desde México, habría protestas ante organismos internacionales, un enfriamiento nunca visto en la relación entre ambos países, y protestas populares afuera de representaciones estadounidenses en México.
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El otro frente estaría en territorio de Estados Unidos, principalmente en California y Texas, pues los migrantes y la comunidad hispana saldrían a las calles con la misma o incluso mayor vehemencia que han mostrado en las manifestaciones contra las redadas de la autoridad federal, algo que ha demostrado es capaz de trastocar la vida cotidiana en las grandes ciudades de los estados con alto número de latinos.
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Un tercer frente lo representarían los criminales mexicanos. Si Estados Unidos los atacara, entonces células de los carteles podrían atentar contra intereses de los EE.UU. en territorio nacional, y (ojalá no ocurra) contra ciudadanos del país vecino.
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Un ataque, solo uno, provocaría un incendio diplomático, comercial y cultural. Y me parece que nadie quiere eso. Nadie, excepto los llamados “halcones” del gobierno de Trump, que son quienes han venido divulgando la especie de una intervención en territorio mexicano.
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Nada bueno, insisto, traería que un soldado o agente federal estadounidense pusiera un pie sobre territorio mexicano. Nada bueno traería un ataque con drones o misiles en México. Debe haber una mejor forma de combatir al narcotráfico, y eso incluye el trabajo conjunto entre las dos naciones.

La caída de un misil…

Aguas con el “Tío Richi”. Lo suyo parece algo mitad en serio, mitad en broma, pero en una de esas termina siendo candidato a la presidencia de México y, por qué no, titular del Poder Ejecutivo federal.
Por supuesto que me refiero a Ricardo Salinas Pliego, empresario, estrella de las redes sociales (principalmente X), y enemigo acérrimo de la Cuarta Transformación. Este hombre de negocios es un personaje desenfadado y claridoso que una y otra vez arremete contra el actual gobierno federal, y ha cosechado simpatías y seguidores por todo el país.
Pesa entre Salinas Pliego y la administración federal una deuda de impuestos muy fuerte, la cual comenzó desde la administración de Felipe Calderón y se incrementa día con día. Por ello el empresario vive en un permanente litigio judicial con el Sistema de Administración Tributaria (SAT), y en una batalla verbal con el gobierno de López Obrador primero, y ahora de Claudia Sheinbaum.
Pero no todo se limita al asunto de los impuestos. Ricardo Salinas Pliego alienta la versión de que puede convertirse en candidato presidencial para 2030 y competir contra la 4T. El dueño de TV Azteca y otros negocios no lo ha dicho abiertamente, pero maneja el tema en dos niveles: uno es el mediático, donde seguidores suyos lo promueven como la alternativa política de 2030 contra los “gobiernícolas”, como gusta llamar a los funcionarios públicos.
El otro nivel es privado, pero con el mismo fin. Salinas Pliego organiza reuniones con gente de su confianza, con trabajadores de sus empresas, con líderes sociales, y en ellas se discuten las opciones que tiene la ciudadanía para un cambio de gobierno lo más pronto posible.
Ricardo Salinas está en todo su derecho de convertirse en candidato presidencial. Lo importante es saber si logra articular una plataforma de gobierno efectiva y en beneficio de la sociedad. Y aún más: si tiene la estructura necesaria para ello, o deberá cobijarse en el registro de algún partido político. 
No sería la primera vez que un empresario llegara a ser presidente. Vicente Fox lo hizo, aunque en ese caso fue directamente desde el panismo, y con una trayectoria político-partidista de muchos años. 
¿Veremos a Ricardo Salinas Pliego en las boletas? Puede ser. Por eso digo que aguas con el “Tío Richi”. En una de esas logra el apoyo suficiente para ello.

Aguas con el “Tío Richi”

Acción Nacional es hoy el partido opositor con más preferencias entre los ciudadanos. No lo digo yo. Lo dicen los números en encuestas recientes, y el hecho de ser el segundo partido con más diputados federales (70 curules), y con más senadores (21 curules), solamente atrás de Morena, que arrasa con cualquier partido.
No es Movimiento Ciudadano la segunda mayor fuerza política; tampoco lo son PRI, PVEM o PT. Es el Partido Acción Nacional, e insisto en que las cifras lo demuestran.
Por eso vino la respuesta virulenta de muchos cuando el PAN hizo su relanzamiento hace apenas unos días. Parece que hay quienes no toleran la idea de que exista un partido conservador y moderado, o de derecha, y que más bien prefieren la existencia de un régimen de partido único con corrientes internas. Eso sí sería algo grave.
Hubo críticas al cambio de logotipo del partido, a las caras nada nuevas en su dirigencia y liderazgos; a su intento de modificar su espectro de valores. Todos hablaron de un partido muerto, pero que en realidad está vivo y en segundo lugar en la mayoría de las mediciones.
Es Acción Nacional el partido más longevo de México, y está claro que le ha costado trabajo adaptarse a las nuevas realidades nacionales y del mundo, pero el panismo ha hecho el esfuerzo de sacudirse de un letargo que de mantenerse, lo mandaría muy atrás de sus rivales. Hay que ver los resultados.
El blanquiazul tiene votos, pero cada vez menos militantes, y eso sí es un problema, pues puede comprometer su registro con los apenas 277 mil 675 hombres y mujeres registrados. El reto del PAN es doble: convencer a los votantes para incrementar sus espacios públicos, y a los ciudadanos para afiliarse y seguir existiendo.
Esa es la paradoja de Acción Nacional: ser segundo lugar en fuerza, y al mismo tiempo tener el partido más raquítico, algo que no suena muy lógico. No se trata de ser un partido de masas como nos gusta a todos en México, pero sí de tener una militancia que se mantenga lejos de los números rojos ante el INE.
Una cosa sí resulta buena para los panistas: que todos hablen de ellos. Eso es señal de que siguen teniendo presencia y fuerza, aunque no se note. El relanzamiento ya se hizo. Falta lo más importante: que el panismo haga honor a su nombre y se ponga, en serio, en acción.

Acción Nacional es el principal opositor

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El espectáculo de “Avatar: Fuego y cenizas”

El tendero ya lo advirtió: vienen alzas a productos básicos (que no son básicos). Dichas alzas comenzarán en apenas unos días y rematarán en plena cuesta de enero.
El tendero es el hombre joven que tiene su negocio a la vuelta de mi casa, y a quien conozco desde hace varios años. El martes que fui por tortillas y leche me recibió diciendo que viene un año difícil, y para reforzar su vaticinio explicó que una conocida marca refresquera adelantó que el refresco negro de 600 mililitros pasará de 20 a 28 pesos por botella gracias al aumento en los impuestos propuestos por la Presidencia de México, y que fueron aprobados por la 4T en el Congreso de la Unión. En el caso de esta conocida trasnacional de los refrescos, una parte del alza de los ocho pesos se aplicará en diciembre, y la otra en los primeros días de 2026, para que el consumidor no lo resienta de un solo golpe.
“Viene un enero muy difícil”, insistió el tendero, quien por experiencia espera que en las próximas visitas que le hagan los proveedores, le anuncien alzas similares en bebidas azucaradas y otros productos.
No leo mucho a economistas o analistas financieros; tal vez ellos ya adelantaron un incremento en los precios, pero si el tendero me dice que vienen las alzas, y que vienen en serio, le creo.
A como me pintan el panorama económico de 2026, solo me quedan dos opciones: o me pongo a ahorrar lo más que pueda desde hoy mismo, o me concentro lo suficiente para adivinar el número ganador de la Lotería Nacional. Eso sí: no sé cuál de ambas opciones sea la más realista.
Por lo pronto regresaré a los tiempos en que el refresco negro, o cualquiera con gas, estaba fuera de mi dieta. Y al uso del transporte público con mayor frecuencia, y al café preparado en casa. El pan dulce, por supuesto, seguirá frecuentando mi mesa. Faltaba más.