Tecnología asistida

Les comparto esta frase: “La Transformación es Impulsada por la Tecnología”. Nos parece lo más atractivo pensar que la tecnología avanzada resolverá la mayoría de nuestros problemas. Es obvio que el progreso y el uso de estos artificios ha traído beneficios a la sociedad en muchos aspectos: educativo, de salud, en el día a día.

Reconocemos que el uso de la tecnología ha traído progreso y que la utilización de herramientas innovadoras es, en algunos casos, de gran ayuda, pero no debemos dejar de lado que debe ser usada con moderación. Como dice un amigo: “Usar un dispositivo inteligente, no asegura que le demos un uso inteligente”. (Rodrigo Ramos-Zuñiga).

Las personas con discapacidad deben tener también la oportunidad de obtener los beneficios que el uso de la tecnología asistida puede acercarle. La tecnología asistida no solo compensa una limitación, sino que promueve la autonomía e independencia al permitir a las personas con discapacidad realizar tareas que antes eran difíciles o imposibles sin asistencia personal. Los dispositivos permiten a las personas realizar tareas diarias por sí mismas, como movilizarse con una silla de ruedas eléctrica, una silla que con solo tocar un botón se convierte en un estabilizador que te pone en posición vertical, o como interactuar con un ordenador mediante un rastreador ocular, reduciendo la dependencia de cuidadores; dispositivos que con solo hablarles realizan una acción. La innovación permite personalizar y tener flexibilidad en el uso de la tecnología de baja complejidad (gafas, muletas) y alta complejidad (implantes cocleares, robots) que se adaptan a las necesidades individuales.

El uso de la tecnología avanzada dará mayor inclusión social. Elimina barreras físicas y comunicativas. Las personas pueden interactuar con otras de manera más efectiva y sentirse parte de la comunidad.

Esto puede incluir unirse a redes sociales virtuales para conectarse con personas en situaciones similares. También favorece el acceso a la información y comunicación: Herramientas como los lectores de pantalla, el software de ampliación y los dispositivos de comunicación por texto o voz ayudan a las personas con discapacidades visuales, auditivas o del habla, a comunicarse y acceder a información digital.

Puede también traer beneficios económicos; la inversión en tecnología asistida puede generar beneficios a largo plazo al permitir que las personas con discapacidad trabajen y reduzcan la necesidad de cuidados costosos.

En general podemos afirmar que el uso de la tecnología mejora la calidad de vida; la tecnología asistida facilita una participación más plena en la sociedad.

También debemos analizar la contraparte del uso de la tecnología asistida. Muchos dispositivos de alta tecnología son muy costosos y no todos los gobiernos o sistemas de salud o instituciones escolares tienen fondos suficientes para cubrirlos.

Aunque existen programas de apoyo, el alto costo sigue siendo una barrera difícil de sortear.

A pesar de los avances, sigue existiendo una brecha de acceso, especialmente en países de bajos y medianos ingresos. Las personas con discapacidad en situación de pobreza, a menudo no pueden acceder a las tecnologías que necesitan.

El uso de algunas tecnologías asistidas requiere una capacitación que consume tiempo y puede ser compleja para algunos usuarios. Incluso para personas con discapacidad de cierta edad, esta situación se hace todavía más compleja.

Es importantísimo no caer en una dependencia excesiva de la tecnología. Esto podría en muchos casos, limitar el desarrollo de habilidades o el potencial de la persona; sería contraproducente, como ya se ha confirmado en estudios serios sobre el uso descontrolado de la tecnología en edades tempranas.

Al tomar en cuenta los riesgos de privacidad y, al depender de la tecnología digital, surgen riesgos relacionados con la seguridad de los datos personales, o ciber-bullying. Las filtraciones de información y el robo de identidad son preocupaciones importantes y debe haber una constante supervisión de los adultos.

La tecnología no es infalible y puede fallar en momentos críticos. Una dependencia excesiva implica el riesgo de que una falla técnica afecte gravemente la vida del usuario con discapacidad.

El uso de dispositivos asistidos, especialmente los de alta tecnología, puede, en algunos contextos, generar un estigma social.

Para aprovechar al máximo estas herramientas, es necesario tener conocimientos de alfabetización digital. La falta de formación puede ser una barrera para muchas personas con discapacidad.

Como en todo, hay pros y contras. Lo importante será el uso razonado de la tecnología y que por muy atractivo que sea dar una tablet a un niño para que esté tranquilo, no debe sustituir en ningún momento el contacto y el trato personal.

La supervisión en el caso de niños y adolescentes debe ser constante, lo más importante es la seguridad y evitar que de forma indiscriminada puedan entrar a cualquier página web. Poner tiempo específico para el uso de la pantalla, elegir también con mucha discreción qué si puede ver y restringir lo que no sea conveniente.

Demos un uso INTELIGENTE a las innovaciones de la tecnología asistida.

Cuidemos los detalles, evitemos riesgos innecesarios y aprovechemos lo bueno que estos avances digitales, nos pueden traer para mejorar la calidad de vida.