Los orígenes de la celebración se remontan a 1621, cuando los colonos ingleses en Plymouth, Massachusetts, compartieron una cosecha abundante con los pueblos nativos locales tras un invierno severo.

El Día de Acción de Gracias, conocido como Thanksgiving en Estados Unidos, se celebra anualmente el cuarto jueves de noviembre, una fecha que concentra reuniones familiares, comidas tradicionales y el inicio de la temporada de fiestas.
En 2025, esta festividad tendrá lugar el jueves 27 de noviembre, reuniendo a millones de personas alrededor de mesas con pavo asado, puré de papas, salsa de arándanos y pastel de calabaza. Esta posición en el calendario no surgió de manera espontánea, sino a través de un proceso evolutivo que involucró proclamaciones presidenciales, debates legislativos y ajustes económicos durante más de un siglo.
Los orígenes de la celebración se remontan a 1621, cuando los colonos ingleses en Plymouth, Massachusetts, compartieron una cosecha abundante con los pueblos nativos locales tras un invierno severo. Durante tres días, se consumieron alimentos como pavo, calabaza y frutas secas, en un acto de gratitud por la supervivencia y la prosperidad agrícola. Esta reunión inicial, documentada en crónicas de la época, estableció el núcleo de gratitud que define la festividad, aunque su institucionalización como evento nacional tardó siglos en consolidarse.
![]()
El primer paso formal hacia su reconocimiento oficial ocurrió en 1789, bajo la presidencia de George Washington. Respondiendo a una solicitud del primer Congreso Federal, Washington proclamó el 26 de noviembre como un Día de Acción de Gracias Público, marcando la primera celebración bajo la nueva Constitución de Estados Unidos.
Esta declaración inicial buscaba fomentar la unidad en un país recién formado. Sin embargo, en las décadas siguientes, los presidentes posteriores emitieron proclamaciones similares, pero con variaciones en el mes y el día, lo que generaba inconsistencias en su observancia a nivel estatal.
La definición precisa de la fecha enfrentó desafíos en el siglo XX, particularmente en relación con el calendario y la economía. En 1939, el último jueves de noviembre coincidió con el final del mes, lo que acortaba el período de compras previas a la Navidad, un sector clave en la recuperación económica post-Depresión. El presidente Franklin D. Roosevelt optó entonces por mover el feriado al penúltimo jueves de noviembre, con el fin de extender la temporada comercial.

Esta medida generó división: de los 48 estados existentes, 32 adoptaron la nueva fecha, mientras que 16 se adhirieron a la original, resultando en dos Días de Acción de Gracias observados simultáneamente en diferentes regiones.
La confusión resultante requirió intervención legislativa. En 1941, la Cámara de Representantes aprobó una resolución para mantener el último jueves de noviembre, pero el Senado la enmendó, proponiendo el cuarto jueves como alternativa. Tras debates, el Congreso aprobó la versión final, y Roosevelt la promulgó como ley federal en diciembre de ese año. Esta norma resolvió la discrepancia y estableció el criterio vigente, asegurando uniformidad en todo el territorio estadounidense.
Hoy, el Día de Acción de Gracias trasciende su origen agrícola para convertirse en un pilar cultural. Representa un paréntesis de gratitud colectiva, donde las familias viajan distancias considerables para compartir comidas y recuerdos. Además, marca el preludio de eventos como los desfiles anuales en Nueva York y el fenómeno del Black Friday, que transforma el viernes siguiente en un epicentro de compras. Aunque Canadá observa una versión similar el segundo lunes de octubre —como ocurrió el 13 de octubre de 2025—, la tradición estadounidense mantiene su singularidad en noviembre, reflejando la evolución de una nación a través de sus decisiones políticas y sociales.
Desde hace varias décadas, el Día de Acción de Gracias ha ganado popularidad en México, especialmente en el norte del país, donde estados como Baja California, Sonora, Chihuahua y Coahuila llevan la delantera en la adopción de esta festividad. Aunque no es una celebración oficial, muchas familias lo han incorporado a sus tradiciones, impulsadas por la cercanía cultural, económica y social con Estados Unidos.
Esta celebración se vive con mayor intensidad en municipios y ciudades fronterizas como Tijuana, Mexicali y Ciudad Juárez, donde la influencia estadounidense es palpable en la vida cotidiana.