Donald Trump lo tiene muy claro: necesita dar un golpe en Venezuela para reafirmar su política internacional en contra de las drogas y el narcotráfico. Y lo dará pronto.
Puede ser que cuando este texto sea publicado, algo haya ocurrido ya. Lo cierto es que el interés estadounidense por el petróleo, y luego por la libertad de Venezuela, terminará en una acción militar en territorio sudamericano. Las palabras de Donald Trump en redes sociales y en declaraciones públicas este martes son la señal de que ya tiene decidido el derrocamiento de Nicolás Maduro y el apoyo militar estadounidense para un gobierno de transición. Una frase recién utilizada por el presidente del país de las barras y las estrellas ante periodistas es contundente: “Empezaremos con los ataques por tierra. Acabaremos con esos hijos de perra”.
La maquinaria de guerra estadounidense no se mueve sin necesidad. El desplazamiento de barcos de guerra gringos en la zona del Caribe es enorme, y cuesta una fortuna en términos de combustible y avituallamiento. El consenso de los analistas en la materia es que habrá intervención de algún tipo, y que ésta es inminente.
El apoyo militar de Rusia al país sudamericano existe, pero es mínimo. El ejército de Vladimir Putin tiene las manos llenas en Ucrania, y la mira puesta en otros puntos de Europa, por lo que no se meterá de lleno en el tema. Hay prioridades y Venezuela no es una de ellas.
Habrá que ver qué tanto resisten las milicias venezolanas. Estados Unidos pondrá su cuota de sangre, pero la mayor parte vendrá del lado del ejército sudamericano.
Nicolás Maduro ha perdido su presencia en la opinión pública latina. El deterioro de su país es tan grande, que pocos saldrán a defenderlo a él. A eso apuesta también Trump: a que Maduro termine exiliado en Cuba en el mejor de los casos, o a que se detenga y traslade a Estados Unidos para languidecer en una prisión mientras se le enjuicia como narcoterrorista.
Algo viene y es pronto, si no es que ya. No queda más que rezar por los venezolanos.