Triángulo EU-Honduras-Venezuela
Los tiempos, las estrategias y las amenazas de Donald Trump cambian día a día. Nuevos enemigos, abandono de adversarios, nuevos amigos, pérdida de socios. Ora dentro de Estados Unidos, ora fuera de nuestro vecino del Norte; ora con los republicanos, ora con los demócratas, lo mismo en la Cámara Baja que en el Senado. Todos son susceptibles de amor y odio, incluso lo pueden ser a la vez. Nadie sabe cómo caerán los dados lanzados cada mañana por el inquilino de la Casa Blanca. Peor aún, pocos saben si serán convidados a la partida de póquer o verán trabajar de lejos al tallador.
La nueva mesa del casino donde juega Donald Trump esta semana tiene tres puntas: Estados Unidos, Honduras y Venezuela. Sin embargo, no tenemos certeza de todas las características de la mesa, tampoco si le debemos agregar o quitar alguna punta. Así de cambiante ha sido el primer año del gobierno trumpiano donde el juego político se ha montado lo mismo sobre una mesa de blackjacj, baccarat, dados, sic bo o Texas hold´em.
La nueva mesa del casinero republicano no queda tan clara y ha comenzado a generar incertidumbre en varios miembros de la clase política estadunidense. Iniciando la semana, el jefe de la Casa Blanca llamó a su gabinete de seguridad nacional para discutir los próximos pasos de su campaña para forzar el cambio de régimen en Venezuela; aunque también se filtró que mantuvo una llamada telefónica con Nicolás Maduro en “buenos términos”. Sin embargo, el presidente ha tenido que enfrentar crecientes preocupaciones entre sus aliados políticos sobre la legalidad y propósitos de las operaciones militares en el Caribe. La misma representante republicana, Marjorie Taylor Green, lanzó un fuerte llamado al presidente: “Componga lo del seguro médico. No busque un cambio de régimen en Venezuela”.
Montado en su “lucha contra los narcogobiernos” y en un total contrasentido, Trump indultó al expresidente hondureño, Juan Orlando Hernández, declarado culpable en 2024 por participar en el traslado de 400 toneladas de cocaína a Estados Unidos, lo que encendió focos rojos entre algunos de sus correligionarios. El senador republicano, Bill Cassidy lanzó una pertinente pregunta: “¿Por qué indultaríamos (a Hernández) y por otro lado perseguimos a Nicolás Maduro por traficar drogas a Estados Unidos?”. En la menta de los legisladores pesa el recuerdo de olas migratorios a consecuencia de las aventuras bélicas de Estados Unidos en América Latina.
A pesar de todo ello, Trump insiste en sacar del Palacio de Miraflores a Nicolás Maduro, e instalar un régimen “amigo” en Honduras. La fórmula para el país centroamericano que llevó a cabo elecciones presidenciales el fin de semana para decidir quién tomará las riendas de esa nación luego de la presidenta, Xiomara Castro, quien llegó al poder en 2021, más de una década después del golpe de Estado contra su esposo, Manuel Zelaya, es la misma que la puesta en marcha en las pasadas elecciones de Argentina, donde Trump amenazó con soltar del brazo al gobierno de Javier Milei en caso de que la izquierda ganara las elecciones.
En ese contexto fueron a las urnas los tres principales candidatos, la oficialista Rixi Moncada del Partido Libertad y Refundación (Libre), el empresario Nasry “Tito” Asfura, exalcalde de Tegucigalpa de Partido Nacional apoyado por Washington, y el animador de televisión Salvador Nasralla de Partido Liberal. Aunque los resultados definitivos no se han entregado, lo que es irreversible con las cifras disponibles hasta ahora, es que una abrumadora mayoría de los hondureños se decantó por los candidatos de derecha y ultraderecha.
Así, con ires y venires, dichos y contradichos, reculando y avanzando, con dudas y certezas cierra la semana Donald Trump; ya veremos qué forma tendrá la nueva mesa de juego utilizada en los días siguientes.
