Hoy que inicia el servicio de la Línea 4 del Tren Ligero rumbo a Tlajomulco, luego de dos años de retraso y –a diferencia del PRI, que construyó tres líneas sin endeudamiento– con una deuda para los próximos años, de 21 mil 538 millones de pesos, es un buen momento para hablar acerca de los trenes en México a partir de la llegada de Morena, con tres casos emblemáticos de amplio conocimiento social.
Lo primero es aclarar que esta columna no se opone a la idea de ampliar las opciones de movilidad urbana y suburbana de manera eficiente, masiva y sustentable. ¡El PRI fue el primero que hizo esta apuesta! Lo que pretende este texto es evidenciar las carencias de un gobierno que en siete años ha demostrado no estar a la altura de los retos que implica mover a más de 130 millones de personas. Dicho lo anterior, analicemos caso por caso.
3 de mayo de 2021: La hoy presidenta gobernaba la capital mexicana, eran aproximadamente las 10:20 de la noche, cientos de personas regresaban a casa en un tren de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, cuando la estructura por la que circulaba sobre la avenida Tláhuac, entre la estación Olivos y Tezonco, se desplomó. El accidente ocasionó la muerte de 27 pasajeros y dejó a más de 80 personas heridas; vecinos de la zona y usuarios llevaban meses denunciando el mal estado del paso elevado, pero el mantenimiento nunca llegó, y hoy no hay culpables de esta desgracia.
El segundo caso no parte de una catástrofe, sino del anuncio de que el tan esperado y anunciado tren México-Toluca, operará de forma completa a partir del próximo mes. Un proyecto nacido en un gobierno priísta, pero que Morena retrasó por siete años, con un encarecimiento de 300% en sus costos, como cada obra impulsada por estos gobiernos.
Y el tercer caso, sin duda el más escandaloso de todos, el Tren Maya, el proyecto insignia de la corrupción, la ineficiencia y la soberbia de los gobiernos de Morena. Proyectado en 150 mil millones de pesos, pero con un costo, hasta ahora, de 500 mil millones de pesos, y que en 2024 generó 275 millones de pesos en ganancias, pero sus gastos de operación –subsidiados con el dinero de nuestros impuestos– fueron de 2 mil 837 millones de pesos.
No es sólo que en 10 años podría generar pérdidas de 25 mil millones de pesos al erario público, o que le tomará hasta 20 años ser rentable, sino que también su construcción ocasionó la tala de más de 10 millones de árboles en el Sureste mexicano y dejó daños medioambientales irreversibles en sistemas cavernosos subterráneos, la selva y la fauna de la región, pero eso no es todo, esta obra fue el entramado perfecto para impulsar los negocios corruptos de los hijos de López Obrador.
Como ya lo mencioné, no pongo en duda que la apuesta deba ser por la movilidad, sin embargo, la planeación importa más que los caprichos, la transparencia más que la corrupción, y las vidas más que el encubrimiento de los aliados. A la gente de Tlajomulco, esperemos que esta nueva línea les ayude a resolver parte del caos en aquella zona de la ciudad.