Papa Francisco, humanismo y justicia social

La semana pasada escribí sobre la necesidad de darnos cuenta de los embates de grupos plenamente identificados con la derecha y la ultraderecha en México y el mundo. Son poderosos e insistentes y la cuestión es que, aun cuando lo dicen en sus discursos demagógicos, no es la sociedad, no es la gente lo que les importa.

Hace dos años apenas, me llamó la atención la conceptualización que sobre esta ideología compartió el Papa Francisco en una entrevista y la voy a retomar porque hoy más que nunca adquiere vigencia, además de que el lenguaje del pontífice era claro y sin eufemismos.

Lo entrevistó Gustavo Sylvestre en abril de 2023, en el contexto de la inminente llegada de Javier Milei al gobierno de Argentina, que asumió tal cargo en diciembre de ese año, sin embargo, las consideraciones del santo padre tenían que ver con el mundo, con la humanidad, de hecho, estaban en la base de un mensaje humanista indiscutible, por el que incluso el Papa ha sido llamado comunista, el pontífice relató:

“¡Usted es comunista padre! Mira, mi carta de identidad es Mateo: 25. Lee Mateo: 25 y al que dijo eso no le dices comunista. ¿Quién va a entrar al cielo? Tuve hambre, me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; estaba desnudo y me vestiste… Esa es la regla de conducta. ¿Comunista? Comunista”.

La justicia social, como una urgencia, estuvo presente de principio a fin en la conversación, desde la solicitud del cardenal Cláudio Hummes que el mismo Francisco recordó: “No te olvides de los pobres” (cuando fue elegido Papa), y lo que Jorge Bergoglio como arzobispo promovió (los curas villeros), hasta la definición de justicia social como el único antídoto contra el avance de la ultraderecha.

Entrevistador y entrevistado se refirieron a la encíclica “Fratelli tutti” (recomiendo leerla y releerla), con una crítica severa al neoliberalismo y la gran preocupación por la propensión de la humanidad hacia la destrucción; y en la precisión de que la política es un servicio y es noble; la diferencia está en la forma en que se practica o si esa tentación por “enamorarse” de la corrupción es más fuerte en los políticos y pervierte la esencia del oficio.

Inmersos en diferentes conflictos bélicos, Bergoglio también externó su preocupación e indignación por la guerra, por tantos jóvenes muertos y por el negocio de las armas (en abril de 2023 todavía no iniciaba el genocidio perpetrado por el gobierno de Israel contra los palestinos).

Francisco dijo: “Cuando un imperio se siente débil, necesita hacer una guerra”, y citó la afirmación de un economista: “Si se dejaran de fabricar y vender armas durante un año, no habría hambre en el mundo: justicia social”.

El Papa habló de los jóvenes que han muerto en las guerras, se refirió a la Gran Guerra, a la Segunda, a las de Yemen, Myanmar y Siria y a la de Ucrania y Rusia en las que han muerto tantas personas y que han desplazado a millones de seres humanos: “La guerra es un drama, la guerra nos ceba, nos destruye”. “Regálenme la paz”, dijo un día y estuvo de acuerdo en que es una utopía pero hay que luchar siempre por ella.

El pontífice reiteró que la preocupación de siempre era que la ultraderecha ganara terreno, porque tiene que ver con que sus acciones y/o estrategias en tanto que sus programas o proyectos políticos y de gobierno no son horizontales (no están enfocados en las personas) y con que, en ese ámbito, es donde surgen los “salvadores” de la patria que en realidad son políticos “de laboratorio”, “sin historia”. Esto no sólo le preocupaba, “me da pánico”, dijo.

Quedó claro que el Papa se pronunció porque los gobiernos en el mundo tomaran decisiones enfocadas en hacer u otorgar justicia social a los que menos tienen en un sistema económico que no está funcionando para todos; justicia social para los jóvenes que son enviados a matar para defender banderas y fronteras; justicia social contra la ultraderecha “que se recompone siempre” y está en ascenso, de la mano de medios de comunicación al servicio de lo que también se identifica como “derecha mediática”.

México no está al margen de la operación y de las acciones de la ultraderecha; y es claro que hay planes y acciones de justicia social más que nunca; la muestra máxima es que hay 13.5 millones de mexicanos menos viviendo en condiciones de pobreza, un dato reconocido por instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, capitalistas y neoliberales por antonomasia. Y eso por citar sólo un dato. Habría que tener en mente también que los niveles de desempleo registran los índices más bajos en términos históricos; el incremento de más de 135 por ciento del salario mínimo sin repercusiones en la inflación; y el aumento en el poder adquisitivo de los mexicanos.

En este orden de ideas, si retomamos las afirmaciones del Papa Francisco, nos encontramos con contradicciones dentro de la Iglesia Católica en México, incomprensibles, porque chocan con el pensamiento profundo y vigente del pontífice. El mensaje de los obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) de mediados de noviembre pasado no reconoce estos hechos sobre los que no se puede mentir porque en un mundo globalizado, falsear información tendría altos costos económicos y de otro tipo para el gobierno nacional que lo haga. Simplemente no se pueden alterar datos ni realidades.

El mensaje causó reacciones dentro de la misma Iglesia. Varios religiosos y laicos se han manifestado, como los integrantes del “Grupo Teología Latinoamericana: Volviendo al Evangelio”, quienes enviaron una Carta Abierta  a la CEM para su publicación en la Revista Christus de Teología, Ciencias Humanas y Pastoral (dejo aquí la liga para acceder a la carta íntegra: https://christus.jesuitasmexico.org/carta-abierta-a-la-conferencia-del-episcopado-mexicano/?fbclid=IwY2xjawOruvVleHRuA2FlbQIxMQBicmlkETFYSFh1OFU1VXpSVmN0YnZUc3J0YwZhcHBfaWQQMjIyMDM5MTc4ODIwMDg5MgABHgPQXKv82V0u5i7BfR6m0tqX4oZsPoV7TNVhvUub5jQ4yL7glOihNZ2QBqxT_aem_nUDJFF03pzpVb_cxnkMHpw), donde explican y argumentan en cuatro puntos, varias cuestiones.

Por ejemplo, se refieren a la conmemoración por los cien años de la Guerra Cristera y reconocen a los sacerdotes, religiosos y laicos de entonces pero, acotan lo siguiente: “Esperamos que esta conmemoración no se interprete como una similitud entre las condiciones que vivió la Iglesia mexicana en ese momento histórico y las condiciones actuales, ya que hoy en día no se persigue a nadie por sus creencias religiosas ni se impide el culto religioso, a diferencia de la Ley Calles de 1926”. Aquí agrego información que apenas se difundió el viernes: La presidenta Claudia Sheinbaum reiteró la invitación a visitar México al Papa León XIV en 2026 y, aunque es complicado por las agendas, es probable que sí, no se ha descartado para el año que entra. Aparte, cabe decir que ese día no hubo conferencia de prensa matutina justo porque era el día de la Virgen de Guadalupe.

Aunque también hay que decir, como algo verdaderamente preocupante, que se hayan abierto causas para recabar firmas que circulan por WhatsApp, en los siguientes términos: “Lo que está pasando en México duele: la libertad religiosa está siendo arrasada por el crimen organizado… México ya es clasificado como país con discriminación religiosa”. La petición aparece bajo el título “Alto a la Persecución Religiosa en México”. Esto no es verdad, en México hay libertad de cultos y respeto irrestricto a las creencias religiosas.

En la carta abierta también se aclaran asuntos relacionados con una iniciativa del diputado Arturo Ávila para añadir un párrafo al artículo 16 de la Ley de Asociaciones Religiosas, en el sentido, abrevio, de prevenir discursos de odio. Algunos han interpretado esto como un atentado contra la libertad de expresión o como censura, no obstante, por un lado, el mismo cardenal Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, se manifestó al respecto en el mensaje que dio a los comunicadores de Jalisco la semana pasada: “[…] es una contradicción estar escuchando mensajes que promueven el odio, el odio no construye relaciones fraternas, relaciones positivas, sociales, constructivas, que resuelven, que aportan. El odio no resuelve, el odio agrava”. Es decir, coincide con la exposición de motivos del diputado Ávila. Y por otro lado, el diputado retiró la iniciativa desde el 11 de noviembre, dos días antes del mensaje de los obispos de la CEM.

En el punto dos, los firmantes, con nombres y apellidos, afirman: “Al análisis que ustedes hacen de la realidad mexicana nos parece que podrían añadirse datos importantes en materia económica sin descuidar los avances en los programas sociales de la actual administración y en las reformas constitucionales en materia laboral y salarial”. Esta información no se puede falsear, insisto, y no se puede hablar de que los avances en materia de bienestar sean un mito cuando hay un reconocimiento incluso internacional a lo que se está logrando en México para avanzar en pro de la justicia social.

En la misiva se reconoce la realidad de inseguridad. Aquí me gustaría agregar lo declarado por el famoso padre Goyo al periódico El País en noviembre de 2024: “En Michoacán, la historia es similar a la de otros estados, cuenta Gregorio López Gerónimo (57 años), conocido como el padre Goyo, que ejerce desde 1994. En los ochenta, los narcos eran pequeños contrabandistas de marihuana que no intervenían en la vida pública. En los noventa comenzó lo que él llama el ‘maridaje’ entre los traficantes y las autoridades. Entre 2000 y 2010, la ‘prostitución’ del Gobierno local, que estrechó lazos con los criminales, una relación que han cultivado hasta la actualidad”, es decir, queda expuesto en este breve párrafo lo intrincado del problema y lo difícil que es desbaratar tal mazacote de corrupción y redes criminales y perversas en poco tiempo. También queda claro dónde está lo peor de los antecedentes de los niveles de violencia en nuestro país: 2000-2010.

Vuelvo a la carta: En el mismo punto dos, donde coinciden en el dolor que causa la inseguridad y la violencia, agregaron: “[…] esperamos que no se esté haciendo un uso orientado e intencionado de la coyuntura política actual, de modo que pudiera interpretarse como oportunismo o aversión a un gobierno, partido o figura pública en particular, ya que en muchas ocasiones ustedes han hablado, bien con toda la intención evangélica, pero en muchas otras ocasiones han callado”.

En el tercer punto hay acuerdo también con los planteamientos sobre la familia y una precisión con respecto a la Nueva Escuela Mexicana y el contenido para conocer y reconocer el legado de los pueblos originarios de México.

Finalmente, en el punto cuatro, sostienen: “Nos parece muy importante que nuestros obispos y sacerdotes estén convocando a la paz y al diálogo. Sin embargo, complementamos que es de igual importancia hacer un llamado a la unidad de los mexicanos ante las amenazas extranjeras y a defender la soberanía del país”.

Los integrantes de este grupo cierran el escrito con una postura tendiente a establecer puentes de diálogo y acercamiento con los obispos: “No pretendemos con todo esto crear división; antes bien, estamos convencidos que seguir a Jesús implica buscar siempre la verdad y la realidad de las cosas”, no sin antes reconocer lo siguiente: “Sabemos que hay muchas cosas para mejorar la vida de la población, pero el Evangelio nos impele a decir la verdad en estos asuntos y se debe reconocer el esfuerzo que han hecho miles de ciudadanos, entre ellos muchos cristianos, católicos y hombres y mujeres de buena voluntad con convicciones similares a las nuestras para tener actualmente un gobierno que promueve el humanismo mexicano y que tiene como prioridad a los pobres, así como también la Iglesia con su opción preferencial por los pobres”.

Hay un común denominador que de pronto no se quiere ver entre el actual gobierno y la Iglesia Católica, ¿por qué la insistencia en desconocerlo? ¿Por qué las resistencias? Ojalá que no sea por los embates de la ultraderecha que se recompone y crece según dijo el Papa Francisco. Y si es así, el humanismo y las acciones para alcanzar una mayor justicia social, deben fortalecerse para funcionar “como un antídoto contra la ultraderecha”.