La lección chilena según Sheinbaum
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo felicitó el triunfo de las elecciones presidenciales en Chile, aunque a su pesar –se deduce de sus palabras– el ganador del proceso sea un representante de lo que se denomina “extrema derecha”: José Antonio Kast. En otras palabras, la mandataria mexicana reconoció el proceso democrático pero en su fuero interno, hubiese querido otro resultado.
Al margen de lo que han decidido los ciudadanos chilenos en las urnas, en este espacio destaquemos el análisis compartido por la presidenta mexicana, quien consideró que en nuestro país no puede ocurrir algo parecido, y expuso algunas razones:
- La mayoría de los ciudadanos están a favor de “la transformación”, es decir, el régimen que ella dirige en un segundo período de gobierno, después del encabezado por Andrés Manuel López Obrador. En su apreciación, el partido Morena tiene el apoyo popular
“Yo creo que esto no se va a dar en México porque hay apoyo popular al gobierno, porque estamos cumpliendo y no hemos traicionado en lo que nos comprometimos”.
- Además, la presidenta consideró que en su partido político, Morena, hay unidad y hay honestidad y resultados.
A partir de estas afirmaciones, es indispensable reconocer algunos aspectos que la presidenta Sheinbaum conoce, pero prefiere ignorar en su discurso de la rueda de prensa mañanera.
El primer aspecto a destacar es que en los procesos electorales el resultado no se obtiene de una apariencia general ni de una simple corriente de simpatía. La historia ha demostrado, en México y en todas partes, que la voluntad del votante es muy variada y obedece a múltiples incentivos o circunstancias.
Así, aunque la presidenta Sheinbaum opte por ignorarlo en su discurso, todo triunfo en las urnas lleva también la carga de un voto de castigo. Si hay alternancia –como acaba de suceder en Chile, aunque el gobierno saliente de Gabriel Boric sea bien calificado en el exterior–, es porque la mayoría no aceptaba más la línea del gobierno en funciones y lo continuidad que lo represente en una candidatura.
La cuestión es entonces hasta qué grado hay inconformidad y también, ¿existe una candidatura que concentre y aproveche el deseo de cambio y la intención de castigo?
En este justo momento, en México no parece existir una candidatura que reúna esas características.
Pero mientras haya un sistema democrático con mínimas libertades y garantías, las circunstancias pueden modificarse.
Otro elemento central en el discurso presidencial y en nuestra revisión, es la presunción de la unidad en Morena, su honestidad y sus resultados.
Morena, como acontece con los partidos políticos nacionales, no es un ente homogéneo. Los mismos morenistas se distinguen entre sí como los “puros” y los “recién llegados”.
Las luchas por las candidaturas también han generado protestas y pugnas en todos los estados y los métodos centralistas de selección de candidaturas por la vía de encuestas y designaciones, han incubado resistencias e inconformidades.
Sobre su honestidad y resultados, quizás la presidenta y quienes confían en darle continuidad al régimen y a “la transformación”, han minusvalorado el impacto de casos como el de Adán Augusto López, sostenido por su cercanía con el cacique-fundador, López Obrador.
Y tarde o temprano pasará factura también la probada “traición” a los principios de austeridad y honestidad, cometida por personajes como “Andy” López Beltrán o los gobernadores Rubén Rocha y Américo Villarreal; o personajes como Ricardo Monreal, Mario Delgado e incluso, instituciones de la milicia que se han visto involucradas en actos de corrupción.
Y finalmente –porque la disertación se alarga– las ciudadanías cambian el sentido de su voto por la incapacidad de los gobiernos para ser eficientes: Seguridad, sistema de salud, sistema educativo, economía. Son sólo algunos de los espacios en los que cada ciudadano hace su evaluación y está medido que hay inconformidades.
En última instancia, a la presidenta Sheinbaum le quedan cinco años de gobierno. Ella tiene posibilidades de incidir en su gestión; evidentemente, no puede hacerlo en Morena.
¿Habrá alternancia en las elecciones presidenciales de 2030? Hay demasiados espacios vacíos en el rompecabezas. Mucho puede cambiar. Es poco probable, pero no imposible.
