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21 diciembre 2025
Ismael Ramírez
Ismael Ramírez
Especialista en Medicina Familiar. Maestro en Farmacología. Dr. en Investigación Psicológica

La familia adversa para el desarrollo de la persona

20 diciembre 2025
|
05:00
Actualizada
13:10

Después de haber dejado asentado que los grupos familiares conforman un nivel intermedio entre las determinantes sociales de la salud (DSS) y el desarrollo individual; y de haber esbozado lo que las ciencias nos dicen acerca de cómo interacciona el contexto con nuestro genoma (el conjunto de nuestros genes), voy a explicar el impacto psicosocial que se da al interior de las familias sobre la salud mental y física de las personas. Primero, explicaré dónde se ubica lo psicosocial en las explicaciones contemporáneas sobre la salud y la enfermedad.

 

Los factores psicosociales son procesos intermedios entre los determinantes sociales estructurales y las familias

Aquí considero “psicosocial” a factores como el apoyo social, los afectos, el cariño o su ausencia. La violencia, los estresores diversos, la cohesión familiar, comunitaria, sentirse aceptado por la familia, la comunidad, y otros. El nivel psicosocial es muy importante, pero no constituye factores estructurales de la desigualdad en salud: Los factores estructurales que enmarcan las posibilidades de salud de una nación son otros: 1. La posición socioeconómica de la familia (ingreso económico, nivel de educación…). 2. El contexto socioeconómico y político (distribución del poder político y los destinos de los recursos económicos de la nación). Un ejemplo extremo es la actual situación de genocidio que sufren los palestinos en Gaza y Cisjordania. Ahí hay una estructura devastadora para la salud del pueblo palestino. 3. El legado socio-histórico en el que se nace, crece y vive (incluye la cultura en sentido amplio, el racismo, clasismo). 4. La gobernanza, es decir, el poder real que tiene la población en sus comunidades y la estructura del Estado en un país (1). Estos cuatro grandes factores son considerados determinantes estructurales de la salud, cualquier cambio que no los incluya no hace diferencia en la desigualdad en salud. Por ejemplo, podemos vacunar al 100 por ciento de la población contra el sarampión, eso es bueno para la salud nacional, pero no cambia la distribución del ingreso, el poder político, la pobreza, opresión por género, etnia… Explicado esto, se entiende que los factores sociales al interior de la familia son determinantes intermedios, son importantes como veremos, pero no son estructurales.

 

Impacto de las adversidades psicosociales durante el desarrollo infantil

En 1997 una revisión de muchos estudios en Gran Bretaña, encontró que el abuso sexual en la infancia estuvo claramente relacionado con ansiedad y depresión, trastornos alimentarios, y hasta veinte veces más probabilidad de intentos suicidas (que personas sin abuso) en la edad adulta. En el mismo sentido, quienes reportaron haber sido abusados tenían más síntomas corporales sin enfermedad orgánica en la edad adulta. Los datos de 1997 mostraron que la historia de abuso en la infancia se asoció con trastorno de personalidad, drogadicción, dificultades en las relaciones íntimas en la edad adulta entre otros serios problemas de salud (2).  En 2012, la encuesta nacional de salud mental de Canadá investigó si la población adulta recordaba haber sufrido alguna de tres formas de maltrato durante su niñez: Abuso físico, abuso sexual, o violencia física entre sus padres. 32% de los participantes respondieron que habían pasado por uno o más de esas formas de maltrato. Por tipo de abuso, 26% lo tuvieron del tipo físico, 10% fue abuso sexual, y 8% fueron expuestos a violencia de pareja. Las niñas sufrieron más abuso sexual que los niños (14% contra 6%). Conforme más tipos de abuso se había tenido fue mayor el reporte de depresión, trastorno de atención, ansiedad, trastorno bipolar, ideas e intentos suicidas y uso de alcohol en la edad adulta (3). 

 

¿Las adversidades psicosociales modifican la estructura cerebral?

Por demasiado tiempo la educación de médicos y de psicólogos ha estado separada y ha enviado el falso mensaje de que los síntomas psicológicos crónicos no tienen una base material. Esto es rotundamente falso a la luz del conocimiento neurocientífico. Todo problema psicológico crónico tiene una base material demostrable a nivel molecular sin que alcance a ser detectable al nivel de microscopía de tejido tradicional. Veamos. 

 

Diversos estudios neurocientíficos han concluido que cuando se estudia el tejido cerebral de personas (fallecidas) y que contaban con expedientes clínicos donde se asentó que habían sufrido adversidades en la infancia –como las descritas antes– se demuestra que los genes que determinan las respuestas a los estresores en el eje hipotálamo-hipófisis en el cerebro, están alterados; la comparación es con cerebros de fallecidos sin historia de maltrato (4). Esto significa que las personas que sufrieron maltrato severo no tienen el mismo tipo de  respuestas a los estresores que tiene una persona sin historia de abuso. Este estudio pudo identificar genes que se activaron en exceso en quienes sufrieron maltrato. Es decir, todos sus sistemas orgánicos dependientes de la respuesta de estrés, funcionaban fuera de rangos habituales, lo que tiene consecuencias en su salud física y mental. En el mismo sentido, otros neurocientíficos encontraron que los cerebros de personas con historia de abuso en su infancia tenían alterada su capacidad cerebral de adaptarse a cambios funcionales. Habían perdido más pronto lo que se denomina “plasticidad cerebral”, lo que significa que sus redes cerebrales eran más rígidas y por tanto menos adaptables. Esto lo demostraron detectando proteínas especiales que hacen que los circuitos cerebrales se cierren y pierdan su habilidad para cambiar sus conexiones con otros circuitos neuronales (5).

 

Con estas pruebas, razonablemente podemos decir que el maltrato infantil de diverso tipo altera la psicología, la estructura funcional de los niños con consecuencias en su vida adulta. Ahora veamos dónde ocurren esas experiencias negativas en las infancias y adolescencias.

 

¿Dónde ocurre con más frecuencia el abuso, maltrato, abandono infantil y otras adversidades?

Los datos que proporciona la OPS-OMS es clara, las diversas formas de violencia que sufren los infantes ocurren en la familia y en la comunidad (6). Y como dije antes, estamos hablando del nivel psicosocial dentro de los determinantes intermedios de la salud. Hay por encima de eso una sociedad con sus determinantes estructurales que ya describí, que está permitiendo que la violencia contra la niñez se siga dado. Corresponde entonces que desde los niveles de poder político, económico, y cultural el fenómeno de la violencia sea enfocado sistemáticamente para reducirlo y hacerlo socialmente inaceptable. Al mismo tiempo, quienes integramos el personal de salud, debemos hacer todo lo que podamos en los niveles de intervención a nuestro alcance. Sin verdaderas estructuras estatales, municipales y federales que ofrezcan hogares alternativos, acogidas seguras y tratamiento a largo plazo de las infancias y adolescencias que sufren maltrato, los médicos familiares/generales no tenemos opciones efectivas. Es claro que los antidepresivos, ansiolíticos NO van al fondo del problema. Nos queda nuestra ecuanimidad compasiva que eleva cohesión y confianza, pero no es suficiente de ninguna manera. 

 

Conclusiones

Es en la familia donde se da lo mejor y lo peor de nuestra vida, pero es al nivel macrosocial donde las familias deberían encontrar las condiciones estructurales para una mejor vida para todos. La salud de la población se genera fuera del sistema de salud. Los médicos tan solo podemos prevenir y tratar la enfermedad lo mejor posible. Necesitamos de recurso estructurales, reales efectivos para derivar a los pacientes y sus familias que necesitan apoyos reales. El sistema de salud debería trabajar junto con las comunidades en una relación horizontal de gobernanza para contribuir en la generación de salud en las propias comunidades donde los mexicanos viven, trabajan, estudian y tienen todavía esperanza de conformar la nación mexicana.

 

Referencias

  1. OPS-OMS. (2025). Instrumentos para el tamizaje de los determinantes sociales de la salud en la atención primaria de la salud con enfoque en situación de vulnerabilidad. Washington, D.C: Organización Mundial de la Salud. Región de las Américas.
  2. Maughan B, McCarthy G. “Childhood adversities and psychosocial disorders.” British Medical Bulletin 1997;53(No 1): 156-169.
  3. Afifi, O. T., MacMillan, M., & Taillieu, T. (2014). Child abuse and mental disorders in Canada. Canadian Medical Association Journal, Jun, 10(186), E324. DOI:10.1503 /cmaj.131792.
  4. Anacker, C., O’Donnell, K. J., & Meaney, M. J. (2014). Early life adversity and the epigenetic programming of hypothalamic-pituitary-adrenal function. Dialogues in Clinical Neuroscience, 16(3), 321-333.
  5. Tanti, A., Belliveau, C., Nagy, C., Maitra, M., & Denux, F. (19 de November de 2021). Child abuse associates with increased recruitment of perineuronal nets in the ventromedial prefrontal cortex: a possible implication of oligodendrocyte progenitor cells. Molecular Psychiatry(On line), 1-10. https://doi.org/10.1038/s41380-021-01372-y
  6. OPS-OMS. (18 de Enero de 2020). Organización Panamericana de la salud. Recuperado el Diciembre de 2025, de Violencia contra las niñas y los niños: https://www.paho.org/es/temas/violencia-contra-ninas-ninos

 

*Las opiniones y contenidos en este texto son responsabilidad total del autor y no de este medio de comunicación.
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