En la recta final del año 2025, como en cualquier cierre de ciclo, casi de manera involuntaria hacemos un recuento de lo ocurrido. Es casi un acto reflejo… y fugazmente cruzan por la memoria los buenos momentos, pero también los errores, lo que terminó mal pero –sabemos– pudo haberse evitado. El mismo ejercicio individual puede trasladarse a lo colectivo y en estos días propongo una revisión por temas, iniciando con el creciente problema del acceso al agua potable y en el caso del Área Conurbada de Guadalajara, el caótico año para el Sistema Intermunicipal de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA).
En un brevísimo diagnóstico, hay que apuntar que hoy como siempre, mientras los problemas de acceso al agua se agravan más cada año en la mayor parte del territorio nacional, en el Área Conurbada de Guadalajara se mantiene la dependencia de una fuente de agua: el Lago de Chapala. El lago ha sido una auténtica bendición para la ciudad, pero hay cosas por hacer con urgencia y otras sobre las que se debe tomar conciencia.
Primero, está pendiente el proyecto de revisión y cambio de la red de distribución de agua potable en la ciudad, principalmente en lo que conocimos como la Zona Metropolitana de Guadalajara: Tonalá, Tlaquepaque, Zapopan y Guadalajara. Las redes son obsoletas y deben cambiarse; el costo estimado es de 8 mil millones de pesos y varios años. No se ha comenzado.
Por otra parte, ¿hasta cuándo se completará la infraestructura para obtener agua del Río Verde, vía la Presa de El Zapotillo? El gobierno federal no tiene etiquetados recursos para las obras de acueductos y 2026 apunta a ser otro año perdido.
Adicionalmente, está el problema de la urgente construcción del ducto de Chapala a la ciudad, y como lo ha repetido el gobernador Pablo Lemus, ese ducto no será para sacar más agua del lago, sino menos, porque el actual tiene fugas de más del 40% y puede colapsar en cualquier momento, además del alto costo en energía que significa el viejo sistema de bombeo.
Y debe añadirse, además, el proyecto del ducto de la Presa Solís al área urbana de León, Guanajuato. Si esa presa destina agua a la esa zona urbana y no llegan sus niveles de almacenamiento al 80%, no desfogará agua para el Lago de Chapala. El riesgo es alto y no se ha abordado con detalle. El gobierno federal sólo ha apelado a la confianza, pues no pretenden dañar al lago ni al área metropolitana de Guadalajara.
Y sin que se pretende agotar todo el problema, se llega al punto de hacer hincapié en el SIAPA: ¿Cuándo su reingeniería? ¿Cómo y quiénes evaluarán su plantilla de empleados? ¿Cómo se atacará el problema de la gigantesca cartera vencida de casi 18 mil millones de pesos? ¿Para cuándo se proyecta una revisión a fondo de las tarifas para aplicar cobros reales sobre el consumo doméstico, comercial e industrial?
¿Cuándo se sancionará el caso Eli Castro que tanto ha ofendido a la sociedad y con éste el resto de los muchos que seguramente existen?
El espacio se extiende sólo para sellar este texto con un cuestionamiento sobre el avance en las obras y financiamiento del incompleto esquema de saneamiento de aguas residuales, en el que están en deuda con la gente y con el medio ambiente, los consumidores domésticos e industriales.
En definitiva, 2025 no fue ni de lejos, un buen año en el tema del agua.