Primero que nada, obliga el deseo: Feliz Navidad, 2025.
Los benevolentes puntos de vista en torno de las fiestas navideñas siempre chocan con la barrera de quienes son pesimistas y no encuentran motivos auténticos para justificar los festejos, la buena voluntad y la esperanza.
Pero si se trata de encontrar motivos prácticos y utilitarios, la derrama económica esperada para esta Navidad en todo el país es de 608 mil millones de pesos; esta movilidad económica estará impulsada por el consumo turístico, el gasto asociado a celebraciones como las posadas, las cenas y reuniones de Nochebuena y Navidad, y hasta las fiestas (que no son pocas) del Año Nuevo.
Se supone que esta cifra es mayor en 8.4% en comparación con el año pasado y estará dejando derramas positivas en cuatro millones 800 mil empresas mexicanas, las grandes, las medianas, las chicas y las muy pequeñas.
En otras palabras, motivos pragmáticos para agradecer la Navidad los hay de sobra, y lo anterior es apenas una muestra.
Pero también hay razones que van más allá de lo material… el año 2025 implicó serias dificultades en ámbitos como el político, el gubernamental y también en las relaciones internacionales.
Tristemente, México aparece como el cuarto país más violento del mundo en una medición internacional que nos coloca por encima de Ucrania y Rusia en este índice.
Si las autoridades, los recursos públicos y las políticas para recuperar la seguridad no nos han dado resultados suficientes, no en este, si no en muchos años ya idos, nuestra esperanza en las creencias religiosas, en la fe popular, o en la expectativa de que la Navidad abre la puerta a una posibilidad de mejoría, eso no le hace daño a nadie. Por el contrario.
Anoche, seguramente, mientras millones festejaban, muchos mexicanos más siguieron sufriendo enfermedades, careciendo de lo elemental, o que pasaron la Nochebuena en medio de carencias e incluso tragedias.
Podemos sumarnos a lo negativo o aspirar a lo positivo.
Optemos, por esto último y permítaseme reiterar: Feliz Navidad a todos.