Al límite
La última semana fue intensa en materia política; vivimos al límite tensiones políticas y vimos escenas pocas veces experimentadas en las últimas décadas, en donde el presidente Andrés Manuel López Obrador y su mayoría parlamentaria en el Congreso de la Unión consumaron la reforma constitucional al Poder Judicial.
Vale la pena hacer unas breves reflexiones en estas líneas sobre lo sucedido en los recientes días; lo primero es comentar el desaseo en el trabajo parlamentario llevado a cabo en la Cámara de Diputados, primero por llevar la sesión a una sede alterna, por la imposibilidad de sesionar en San Lázaro derivado de las protestas de los trabajadores del Poder Judicial y estudiantes de diversas universidades y el lugar elegido fue el complejo deportivo de la Magdalena Mixhuca con dos realidades.
La de la mayoría con todas las comodidades, viandas y restaurantes trasladados para su extrema atención y la oposición que trabajó entre caminadoras, pesas y condiciones pírricas para atender la larga sesión que vivió algunos momentos de caos, en los que no hubo certeza de que todas las personas que votaron hayan sido legisladoras, ya que el control sobre la asistencia y permanencia de las y los diputados fue laxa por decir lo menos, y por otro lado en el fondo, la argumentación en favor y en contra de la iniciativa fue en varias ocasiones lamentable, por decir lo menos.
Así, con estas deficiencias la mayoría logró su objetivo y remitió la iniciativa a la Cámara de Senadores en donde existía la expectativa si Morena y aliados lograrían los 86 votos necesarios para modificar la Constitución, ya que formalmente llegaban a la sesión con solo 85 votos seguros.
Lo vivido después refleja fielmente el motivo por el que las y los legisladores son las personas del servicio público que menos confianza y credibilidad generan entre la ciudadanía mexicana. En un obsceno espectáculo de la política mexicana la mayoría logro el voto 86 gracias a Miguel Ángel Yunes, senador veracruzano postulado por Acción Nacional y la ausencia extraña sin una aclaración consistente del senador Daniel Barreda, de MC.
Así se consuma un hecho que por lo pronto nos lleva a la incertidumbre institucional; el presidente fiel a su costumbre de simbolismos firmó el decreto y lo publicó en el Diario Oficial de la Federación el 15 de septiembre para enmarcar su último grito de independencia.
¿Qué sigue? Por lo pronto el próximo 23 de septiembre el Consejo General del INE deberá arrancar los trabajos preparatorios para el proceso electoral 2024-2025 (aún no termina formalmente el 2023-2024) para elegir a mediados del 2025, ministros de la SCJN, magistrados y jueces que rondan la mitad de estos cargos en el Poder Judicial.
Sin duda el presidente logró su objetivo, desapareció en términos reales al PRI y al PAN de la relevancia política nacional. Al término de su mandato logró la mayoría parlamentaria para modificar la Constitución (con prácticas cuestionables) y le heredó con el voto de casi 36 millones de personas el poder a su sucesora, una verdadera hazaña en términos históricos. La semana entrante iremos tratando de desenmarañar el complejo proceso de transformación institucional que vivimos a paso veloz.
Postdata. A un servidor no asusta, ni extraña, la forma en la que aprobó la reforma al judicial, solo levanto un poco la ceja cuando recuerdo los baños de pureza no de pocos integrantes y simpatizantes del nuevo régimen que acaba actuando igual y a veces peor de aquellos que tanto critican y que sin duda fue uno de los principales argumentos por los que lograron la inmensa cantidad de votos en la última elección.
@pviveros en X
