Sus éxitos abarcaban un amplio espectro de enfermedades, úlceras crónicas del estómago, asma bronquial, infecciones, alergias, disfunción sexual, “histeria”, esterilidad y otras. La conclusión de los Balint fue que la personalidad del médico general funcionaba como un fármaco útil en diversos problemas de salud; la metáfora del fármaco resultó explicativa: