Inició la afamada Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el evento de las letras más importante de habla hispana y la segunda del orbe en los chocantes rankings, sin embargo, que este evento llegue a su trigésimo octava edición es casi bizarro y trato de explicarme.
En una ciudad como Guadalajara, en un Estado como Jalisco y en un país como México, en donde la lectura es un bien escaso por decir lo menos, de acuerdo con la encuesta MOLEC del INEGI, el hecho de tener una fiesta de los libros en donde en este año la visitaremos un millón de personas, con 43 mil metros cuadrados de exposición, 2 mil editoriales, representación de 49 países y sinfín de posibilidades para disertar sobre todos los temas posibles es extraordinario; por ello la relevancia de aquilatar lo que significa la feria, pero aún más, que este evento sea organizado por una universidad pública, la Universidad de Guadalajara, es decir una universidad que no se encuentra en la Ciudad de México, la convierte en algo que raya en lo increíble.
Aunado a todo lo anterior, es un evento autofinanciable y detonador de un modelo de negocio exitoso para la industria editorial de habla hispana año con año, resulta algo impensable. Por ello es inevitable reconocer sin escatimar a la figura de Raúl Padilla López que en el año de 1987 con una visión única arrancó una modesta feria que evolucionó anualmente, hasta convertirse en el monstruo de las letras que tenemos hoy. El eje articulador es la Universidad de Guadalajara, pero ya la trasciende. La colaboración del gobierno del Estado, de los gobiernos municipales metropolitanos y de la iniciativa privada, hacen que la FIL sea un patrimonio del Estado de Jalisco y de México.
Enhorabuena por está magnifica edición que tiene como invitado de honor a España, lo que corona su 38 aniversario con un universo de actividades para todos los gustos, para aprovechar la posibilidad de intercambiar opiniones en complejos tiempos políticos y sociales, en donde se da la disertación libre, se cultiva la discusión pública y se agradecen las centenas o miles de voces sabias, pertinentes en momentos donde la estridencia parece llevar la ventaja sin dar espacio a la sensatez.
Por todo ello, viva la FIL y que tenga larga vida.
PD. Felicidades a Jonás por su nueva responsabilidad en Quiero TV, seguro de su éxito por su amplia y probada capacidad.