Tal vez la confianza del gobierno federal tenía como base que hace ocho años Donald Trump sólo cumplió una parte menor de sus múltiples compromisos de campaña respecto a México. Sin duda, la más importante tuvo que ver con el inicio de la construcción del muro fronterizo en parte de los tres mil kilómetros de frontera y haber logrado la cesión del gobierno de Andrés Manuel López Obrador para desplegar a un número importante de elementos de la Guardia Nacional y del Ejército a lo largo de dicha frontera.
Más allá de estos hechos, en su primer periodo Donald Trump no puso en serio riesgo la relación comercial entre ambos países y firmó las adecuaciones al tratado comercial trilateral en donde se incluye a Canadá, y se puede decir que ante los nubarrones visibles sobre lo que ocurriría, el saldo fue positivo para todos, con algunas excepciones como las batallas de los municipios fronterizos del Norte por tener comunidades flotantes de migrantes sin las capacidades para atenderlos y que causaron problemas sanitarios, de seguridad y de amplia molestia entre los habitantes de dichos municipios y de igual manera, en el Sur del país, en donde hubo un dique que no permitió avanzar a un importante número de caravanas que quedaron atoradas y causando los mismos problemas que en el Norte, pasando por comunidades de migrantes más pequeñas, asentadas en espacios específicos de la CDMX.
Pero para este proceso electoral y asunción del presidente Trump por segunda ocasión, las cosas son diferentes. La forma en la que terminó su primer periodo, llevando a una violencia nunca vista al desconocer el resultado de la elección, el asalto al Capitolio, la insurrección momentánea y las muchas causas legales abiertas en su contra, hicieron que el presidente endureciera su discurso, se acercara a expresiones extremadamente radicales de una derecha conservadora, negacionista de la ciencia en la salud y por el contrario, de amplia apertura en las tecnologías de la información con el único interés de acrecentar sus inmensas fortunas, ejercer control e influencia sobre el habitante de la Casa Blanca.
Trump aprovechó las debilidades de su antecesor, Joe Biden, aquejado por los achaques de su avanzada edad y por el creciente descontento de un amplio sector de la población rural estadounidense, que vio cómo mermaron sus expectativas de vida, junto con un sector obrero en las grandes ciudades que observaron en estos años cómo cada vez había menores oportunidades de trabajo al migrar las plantas de producción de la industria a países que ofrecen mano de obra económica y con menores restricciones legales, por lo que los republicanos ampliaron su base electoral y tundieron a Kamala Harris y los demócratas, teniendo el control de los tres poderes. Los republicanos vienen por su revancha.
Así, con medias verdades y mentiras francas, Trump arremete contra el mundo, saca a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud; deja colgado a Ucrania frente a la invasión rusa; eleva aranceles contra México, Canadá y China; exige otras condiciones a la OTAN; deporta a miles de indocumentados sin considerar a los países de origen y merma derechos de las minorías de su país y de extranjeros.
En este tenor y ante la imposición momentánea de aranceles del 25% a productos mexicanos, obligó al gobierno mexicano a ceder en diversas situaciones y establecer una coordinación que raya en la subordinación para atemperar los ánimos del mandatario estadounidense.
También habrá que decir que el margen de maniobra era limitado, la relación es desigual y aun así hay una oportunidad de sacar algún provecho, por ejemplo, con la necesaria, indispensable restricción del gobierno vecino para disminuir el tráfico de armas hacía México.
Entre tanto, a la mayoría política en este país que llama a la unidad, so pena de llamar traidores a la patria a quienes no cantemos el himno nacional con ellos, habría que decirles que la unidad se logra con la capacidad de escucha mutua y el establecimiento de acuerdos mínimos que permitan a todos estar representados en esa construcción cotidiana de nación, de lo contrario sólo se ven en el espejo de Trump, porque son muy parecidos, con diferente ideología, pero parecidos en las formas.