Cada 14 de noviembre, el Día Internacional de la Diabetes nos recuerda el impacto de esta enfermedad y cómo trastoca la salud de millones de personas. Asimismo, pone a prueba la capacidad –y sensibilidad– de nuestro sistema de salud. Un país con alta prevalencia de diabetes necesita un modelo integral que responda con oportunidad, continuidad, accesibilidad y cercanía. Necesita, en otras palabras, un sistema de salud “sensible a la insulina”: que bajo este precepto fisiológico sea capaz de anticipar, regular y adaptarse para proteger a su población.
La Atención Primaria para la Salud (APS) es el espacio donde la accesibilidad de un sistema de salud resiliente resulta más evidente. Según la Organización Panamericana de la Salud, si la APS es fortalecida se lograrán diagnósticos tempranos, acceso a medicamentos esenciales, educación para el autocuidado y será garantía de continuidad en el tratamiento; elementos indispensables para contener el avance de la epidemia que vivimos por diabetes y sus complicaciones. Cuando la APS funciona articuladamente, la cobertura es real y la atención deja de ser fragmentada.
México enfrenta uno de los escenarios más complejos en América Latina. La diabetes se convirtió en una patología que a nivel social exige acciones intersectoriales. La Academia Nacional de Medicina de México, reiteradamente ha insistido en mejorar los entornos alimentarios, garantizar y accesibilizar los insumos necesarios, fortalecer equipos multidisciplinarios de atención para la salud y promover estilos de vida saludables desde la comunidad. No basta con tratar, debemos prevenir, educar y transformar.
El pasado 14 de noviembre es, por nueva cuenta, un llamado firme al cual México tiene que responder. Más de la mitad de casos de diabetes tipo 2 podría prevenirse, por lo cual se requieren políticas públicas fortalecidas en donde se reconozca y atienda la enfermedad y se articulen estrategias claras desde la promoción de la salud de forma prioritaria y sobre todo, se destinen recursos suficientes para confirmar lo que siempre hemos sabido: prevenir siempre tendrá más impacto y será más justo, que tratar complicaciones. Ejemplo de ello es Jalisco, donde existe una política para diabetes tipo 1, siendo el primer Estado en México que cuenta con un modelo de atención integral para aquellos que no tienen seguridad social.
La diabetes no es un compromiso de atención individual, es una responsabilidad compartida del Estado, la comunidad y cada institución que integra el sistema sanitario. Si la diabetes no espera, nuestro sistema de salud tampoco debería hacerlo.