Sin duda jamás será popular aumentar el costo del transporte público en ninguna ciudad, se paga un costo político similar al porcentaje del aumento, sin embargo, como cualquier servicio público o privado se ve inmerso en actualizaciones dependiendo de los insumos que se necesiten para brindarlos.
El Comité Técnico Tarifario del Estado aprobó hace algunos días el aumento a la tarifa del transporte público en el área metropolitana de Guadalajara, pasando de 9.50 (en realidad 10 pesos en caso de no usar tarjeta de usuario) a 14.00 pesos a partir del 1 de abril del próximo año, siendo esta la tarifa técnica, es decir la tarifa establecida con estudios económicos y después de 7 años de no aumentarse. En este aspecto es innegable la necesaria actualización, nadie puede discutir el aumento a los insumos básicos de este servicio, por ejemplo, la gasolina que vive un aumento sostenido año con año en buena medida por el cobro del Impuesto Especial sobre Productos y Servicios, que significa entre el 25 y 30 por ciento del precio final, refacciones, aumentos de salarios, inflación y varios elementos más, entonces en esta parte la discusión sale sobrando.
Ahora bien, de conformidad a lo establecido en la propia norma, existe la tarifa social que es el costo que se da a un segmento de la población, en jalisco para adultos mayores, estudiantes, familiares de personas desaparecidas y madres jefas de familia que a través de la tarjeta emitida para tal efecto recibirán un subsidio de 3 pesos por viaje con lo que el aumento a esta parte de la población será de 1.50, sin embargo hay otro segmento, no menor que pagará 4.50 más por cada viaje en tren o camión, haciendo la acotación que será el único aumentó en 12 años, los 7 desde 2018 y hasta que termine el actual sexenio lo que ocurrirá en el 2030, siendo sensatos no puede ser menor, aunque no sea popular.
La discusión se encuentra en otra parte, es decir ¿tenemos un servicio de transporte eficiente? El que esto escribe afirma que es eficiente a secas, soy usuario del mismo y afirmó que es infinitamente mejor a cuando me subía a una combi de Volkswagen para ir de mi domicilio a la secundaria, llamadas popularmente decapeseras, o también es infinitamente mejor que subirse a la ruta 275 para ir a belenes al Centro Vocacional de Actividades para el Desarrollo de la Comunidad, en la combi sin ningún elemento de seguridad además de ir “doblado” por la limitada altura de dichos vehículos o colgando en el camión por ir atestados y parecía un deporte de alto riesgo.
¿Puede mejorar? por supuesto, no solo puede, debe de mejorar, una parte del subsidio o uno adicional tendría que aplicarse por ejemplo en aquellas zonas en donde no es rentable para el concesionario y que son las más alejadas del centro de la metrópoli, es necesario que aumente la periodicidad en rutas y en horarios específicos, apostar por extender las actuales y crear nuevas líneas del tren ligero o BRTs, mejorar las condiciones del entorno para hacer que todos, especialmente las mujeres estén más seguras en donde esperan y abordo de las unidades, hay que revertir el rezago del servicio en Tonalá y Tlaquepaque lugares donde el periférico nunca llegó, sin duda la lista es de mayor extensión, pero dejemos de ver el tema en blanco y negro, por supuesto que el transporte público es un derecho y un servicio público, y el usuario paga como paga por casi todos los servicios públicos, entre ellos la energía eléctrica o el agua, de igual manera el transporte público es mucho mejor que hace 30 o 40 años, pero tiene la obligación el Estado y los particulares concesionarios de mejorar las condiciones con una perspectiva social, inclusiva y de construcción de ciudad, seamos sensatos y construyamos en conjunto, eso, también es hacer ciudad.