En la columna pasada (1) mostré que la respuesta de estrés ocurre ante cualquier demanda a la que se expone el organismo. Pero, no todos los estresores causan la misma respuesta en todos los humanos. En esta ocasión presento el caso de un adulto que desarrolló grave enfermedad aguda debido a estresores sociales (desempleo súbito y psicológicos, la ruptura de su núcleo familiar). Le recuerdo a mis amables lectores que la explicación de fondo son los mecanismos mente-cerebro-sistema endocrinológico e inmunológico; además de la participación del sistema nervioso autónomo (simpático, parasimpático y sistema nervioso gastrointestinal).
Un caso con severa respuesta aguda de estrés
Un joven -lo llamaré “A”- de 28 años obrero, fue despedido de su empleo debido a que fue sorprendido teniendo sexo con su compañera de trabajo “B”. Otra compañera “C” los grabó en video y le mostró este a la dueña de la fábrica. La empresaria despidió a los tres involucrados en el caso A, B, C. C fue más allá, acudió a la casa de A y le mostró el video a su esposa. La esposa de A, se fue de la casa junto con su pequeño hijo de 1 año de edad. Desempleado, abandonado por su familia y con un grave estigma social encima A vio derrumbarse su mundo en solo 2 días. Enfermó rápidamente con intensos vómitos sanguinolentos. Llegó a urgencias en estado de choque por el sangrado gastrointestinal alto. Fue posible sacarlo adelante y en los siguientes meses una biopsia de su estómago mostró que sus úlceras gástricas tenían bordes con cáncer. Posteriormente su esposa volvió con él, y A se recuperó un poco, seguía en quimioterapia cuando dejé de verlo.
¿Qué dice la teoría de respuesta al estrés de Selye respecto al caso?
Como se ve, “A”, “B” y “C”, se dejaron llevar por intensas emociones sin permitir que la razón equilibrara la toma de decisiones. Cuando el contexto laboral y familiar se le vino abajo, la respuesta de estrés de A se presentó con el síndrome descrito por Selye en las ratas de laboratorio, úlceras sangrantes en el estómago, crecimiento de las suprarrenales y abatimiento de la función del sistema inmune. Lo que le salvó la vida a “A” fue que su madre, una parte sustantiva de su contexto no le abandonó. La función terapéutica de su médico fue atenderlo compasiva y ecuánimemente evitando asumir los prejuicios de ser un juez del bien y del mal (2).
Hago aquí una digresión, señalé que la ruptura del contexto de “A” le causó una violenta respuesta de estrés agudo. La biología demuestra que el ser vivo forma una unidad fisiológica con su contexto, como el pez con el agua, cuando se le saca de su contexto el riesgo para la vida es enorme (3). Así, el contexto de los humanos empieza por su familia, sus fuentes de ingresos, su comunidad. Todo esto se desintegró en unos días para A, y su organismo reaccionó dramáticamente ante sus significados de amenaza vital. Fin de la digresión.
Paso ahora a explicar las enfermedades cardíacas conforme la teoría de la respuesta al estrés como ejemplo de procesos de largo plazo en el estrés crónico.
La enfermedad cardíaca, una explicación por la teoría de la respuesta crónica al estrés
El infarto agudo al miocardio ocurre porque se ocluyen las arterias coronarias, la causa principal de muertes en el mundo. Es necesario precisar que aun con las coronarias sanas un intenso estrés agudo puede hacer que el corazón lata sin coordinación (fibrilación ventricular) y no pueda bombear sangre a ningún órgano; equivale a sufrir un paro cardiaco. Tocaré solo el infarto por arterias tapadas por estrés crónico según expone Henry Dreher (4).
Este autor propone que muchos años antes del infarto agudo la respuesta crónica de estrés eleva el colesterol, el cortisol, la adrenalina y otros; y que se genera una personalidad “competitiva” desde niño. Junto con esto el sistema inmune se altera y va depositando colesterol en las capas internas de las arterias coronarias. El estrés crónico seguido por décadas va lentamente generando inflamación crónica que se puede agravar cuando se pierde estatus social (desempleo por ejemplo) y hay escaso apoyo psicosocial del contexto. Algunos meses o semanas antes del infarto agudo el sistema nervioso autónomo disfunciona, el corazón se hace menos versátil para responder a las demandas de actividad, la coagulación sanguínea se hace excesiva, la disfunción inmune aumenta, se inflama el sitio donde está acumulada la grasa en los tejidos de las arterias y se rompe. La ruptura de la “placa aterótica” desprende un coágulo que tapa la coronaria que ya estaba enferma. Sobreviene el infarto agudo o una crisis de isquemia conocida como angina cardiaca aguda. Este momento crítico suele ser la culminación de rupturas sociales graves, y el “agotamiento vital total”, por desmoralización, sufrimiento extremo. Una forma de colapso de la propia energía vital. Seguramente estimado lector usted conoce historias de este tipo, una gran tragedia familiar (o lo que esta signifique para la persona) precede a un evento de infarto agudo de miocardio.
Si la persona no muere del evento su recuperación depende de la atención clínica, pero también de su propia actitud, sus significados, el apoyo psicosocial que recibe. Alguien con buen pronóstico expresaría algo como esto: “Casi me muero, pero voy a salir adelante. Descubrí que tengo mucho por hacer, cuento con el amor entrañable de mis seres queridos…”. El peor escenario podría ser expresado así: “Me siento agotado por completo, ya la vida me pegó lo suficiente, no tengo a nadie en la vida y lo mejor para mi es descansar por fin”. Desde luego, la trayectoria final de cada persona es impredecible, es vana la idea la de pronosticar el resultado final en individuos concretos a partir del juicio de solo marcadores biológicos (uno de esos mitos que se enseñan en las escuelas de medicina). Ya vimos que no somos máquinas biológicas, sino seres psicosociales autogenerativos plenos de relaciones y significados ya sea que los expresamos o nos los guardamos.
La respuesta crónica al estrés es una teoría que ayuda a entender mejor porque las diferencias en resultados finales en casos biológicamente similares. Selye propuso la idea de “energía vital”, algo difícil de conceptuar, pero que parece irse consumiendo a velocidades diferentes en cada quién según los estresores que enfrentamos en la vida desde el nacimiento. Queda claro que la familia y la clase social en que nacemos y crecemos así como el momento histórico que nos toca vivir conforman un contexto que obliga al gasto de energía vital que sale de nuestro control. En la siguiente columna hablaremos de estrés crónico y cáncer.
Quien esto escribe les desea un año 2025 con el mejor contexto posible y pleno de significados nobles, sinceros, y lo más constructivos posibles.
Notas y referencias