Las palabras que a diario pronunciamos tienen mucha fuerza. Por eso es importante ser conscientes de lo que decimos, con la intención que lo decimos y a quiénes las referimos.
Muchas veces, en medio de la rutina diaria, no prestamos demasiada atención a los detalles. Sin embargo, son sumamente relevantes.
La presente generación de mamás estamos en una gran encrucijada, en una disyuntiva, en un dilema porque somos la generación que creció en medio de una crianza autoritaria, con muchas invalidaciones a nuestras emociones, con miedo a la chancla, al coco, al señor del costal o a escuchar de manera natural decir a nuestros padres “las niñas no juegan al futbol” o por el contrario, “los niños no deben jugar con muñecas”, formando hoy adultos en su mayoría inseguros pero de alguna manera productivos.
En la actualidad hay una sobreinformación sobre temas de crianza que nos genera constantes dudas sobre si lo estamos haciendo bien o mal con nuestros hijos.
En este contexto, está la crianza respetuosa que valida completamente al niño, dándole total relevancia a sus emociones y de alguna manera siendo los padres más permisivos, formando a los ya denominados “niños de cristal”, a los que no se les puede decir nada en un tono alto de voz, ni corregir, porque se sienten amedrentados y amenazados; tenemos que aprender nuevas formas de comunicarnos con ellos, modular la voz e incluso implementar palabras a nuestro vocabulario que no suenen despectivas.
En justo aquí que me pregunto cómo pudiéramos lograr encontrar un punto medio en donde no se pierda el respeto y la figura de autoridad, pero fomentando el orden, el amor y validando las emociones de ambas partes.
He llegado a la conclusión de que no puedes pedirle a un niño que se porte bien, haciéndolo sentir mal.
El niño que se siente bien, se porta bien.
El poder de las palabras es increíblemente fuerte. Aprovéchalo para bien, háblate y háblales bonito a tus hijos, como una práctica diaria, y comprobarás cómo el secretó está en la manera que pedimos las cosas; así es como se nos dan.